Las dos caras de la indignación moral

¿Quién no se ha dejado llevar alguna vez por la indignación moral? ¿Quién no ha explotado alguna vez ante la injusticia, la desfachatez o la crueldad de otras personas? Pero otra parte… ¿Quién no ha tenido la sensación de que es imposible razonar con una persona indignada? Parece que la indignación tiene dos caras, una es la generosa reacción emocional motivada por el deseo de un mundo mejor y la otra cara sería la de una emoción corrosiva que sólo se fija en lo peor del mundo. Vamos a examinar estas dos caras.

El atractivo de la indignación

La indignación moral es una mezcla de ira y disgusto provocada por la percepción de la transgresión de una norma, es por tanto una emoción moral que clama por el castigo al transgresor. La indignación moral no se circunscribe a las situaciones que atañen directamente a uno mismo, sino que, y esto es lo importante, la indignación moral surge cuando se observa que otras personas son tratadas de manera injusta o cruel.  No es de extrañar que diferentes científicos sociales hayan visto en la indignación un motor de mejora social y un incentivo para el comportamiento prosocial (1).

La indignación ante las injusticias es percibida como un acto de valentía. Foto: Emergentes+Hernán Vitenberg

Una cualidad destacada de la indignación moral es que es altamente atractiva. La persona que se indigna está expresando que se rige por principios morales y que no es indiferente al dolor del prójimo y, en consecuencia, es difícil censurar a un indignado sincero. Es más, en un curioso estudio del año 2022 (2) se demostró que las personas que muestran indignación moral son percibidas como más atractivas para una relación estable en comparación con aquellas que son indiferentes ante las transgresiones morales. Esta atracción es especialmente notable entre las mujeres.

Por lo tanto, no es de extrañar que las publicaciones en redes sociales que expresan indignación reciban más «me gusta» y se compartan más, lo que anima a los usuarios a expresar más indignación aún y, lo que es peor, entrena a los algoritmos de clasificación en este sentido. Una explicación de la facilidad de difusión de la indignación es el efecto del sesgo negativo de la mente humana del que ya hemos hablado en otras entradas de este blog y que consiste en prestar más atención a lo negativo que a lo positivo (3).

Desinformación e indignación

Killian L. McLoughlin, de la Universidad de Princeton y William J. Brady de la Kellogg School of Management junto con otros cuatro investigadores de diferentes universidades norteamericanas han publicado recientemente un estudio en la prestigiosa revista Science que analiza, con datos empíricos, la capacidad de difusión que tiene la indignación en las redes sociales (4) y que concluye que  la desinformación va de la mano de la indignación moral para propagarse a lo largo y a lo ancho de las redes sociales

Este equipo realizó ocho estudios realmente complejos a partir de bases de datos de Twitter y Facebook en los que analizaron los contenidos de más de un millón de mensajes entre los años 2017 y 2021. En esencia se trataba de detectar y clasificar los mensajes con desinformación o hechos falsos e identificar los indicios de indignación moral para rastrean su relación dinámica mediante el análisis de las veces que fueron compartidos estos mensajes.

Estos estudios se completaron con un estudio conductual en la que 1475 voluntarios participaron en la actividad de una red social simulada en la que interactuaban con mensajes falos o fiables y que expresaran indignación o no.

Y los resultados de estos estudios fueron realmente inquietantes. Lo primero que descubrieron fue que la desinformación genera más indignación que las fuentes fiables. Lo segundo fue que la indignación facilita la difusión de la desinformación. Y la bomba es que cuando la desinformación provoca indignación los usuarios la comparten sin tan solo leer primero los contenidos. Parece que la indignación ciega la razón ante los hechos.

Estas conclusiones son alarmantes, literalmente la desinformación utiliza la indignación como una especie de vehículo para difundirse y propagarse rápidamente. Pero, es más, los individuos que expresan indignación son vistos como más fiables, es decir que nos fiamos más de la intensidad y de la convicción del indignado en defender sus ideas que de sus argumentos racionales y de los hechos en sí. En consecuencia, la desinformación que provoca indignación no se puede combatir solamente con intervenciones como la verificación de hechos o los avisos sobre la de precisión de la información porque estamos ante un fenómeno emocional, no puramente racional.

la intensidad emocional y la convicción del indignado son Más convincentes que los argumentos racionales y Los hechos en sí

A la vista de esos resultados no es de extrañar la proliferación de la indignación moral en las redes sociales sobre todo si se tiene en cuenta que los castigos a la desinformación son ridículos y los costos de expresar indignación en línea son menores que cuando uno se indigna en el mundo real ante otras personas de carne y hueso. Por lo tanto, debemos andar con cuidado ante las llamadas a la indignación y preguntarse si la indignación moral tiene otros objetivos alejados de querer mejorar el mundo.

Las diferentes funciones de la indignación moral

La expresión de la indignación moral puede hacer que las personas indignadas exijan más justicia a pesar de que esta expresión de protesta tenga un costo. Precisamente la impulsividad y emotividad de la indignación hace que se denuncie lo injusto sin tener en cuenta si esa acción puede reportar perjuicios o represalias.  Pero la indignación también puede satisfacer necesidades alejadas de la denuncia exaltada de las injusticias.

Un uso alternativo, y no poco común, de la indignación moral es usarla como una señal de lealtad a un grupo social, político, deportivo, religioso, étnico o de cualquier otro tipo; especialmente si se busca la aceptación y la inclusión en ese grupo. Así, la expresión de indignación se convierte en una muestra de adhesión a los principios del grupo, cuanto más indignado se muestre alguien ante cualquier ataque, más méritos acumulará y crecerá su prestigio dentro del grupo.

Pedro el Ermitaño, indignado con los conquitadores musulmanes de Jerusalén que prohibieron las peregrinaciones a Tierra Santa, predicó la llamada cruzada de los pobres y reunió un ejército de 12000 campesinos que al llegar a Anatolia fue exterminado por el ejército selyúcida. Corría el siglo XI. Foto de Jean Pol GRANDMONT

Emilian Mihailov, Cristina Voinea y Constantin Vică son tres filósofos de la Universidad de Bucarest que han analizado los aspectos éticos de la indignación y han señalado que es importante considerar qué tipos de normas producen indignación al ser transgredidas (5).  En concreto, estos filósofos rumanos se centran en dos tipos de normas, las normas referidas al sufrimiento que generan compasión por las víctimas y las normas de lealtad al grupo que facilitan que los individuos cooperen y forjen vínculos entre ellos (6).

Las normas basadas en evitar el sufrimiento se pueden considerar morales porque son universalistas.  En cambio, las normas basadas en la lealtad al grupo son identitarias. Si una persona pertenece a un grupo determinado, por ejemplo, practica una religión, se verá obligado a cumplir ciertas normas y se sentirá solidario con las personas con las que comparte fe. Pero naturalmente, las normas identitarias no son universales porque cada grupo religioso tiene las suyas. Es incuestionable que toda persona tiene derecho a poder practicar su religión, eso es un derecho universal, lo que no es de obligación universal son las normas particulares de cada religión.

Pues bien, no es lo mismo indignarse por la violación de normas relacionadas con el daño o el sufrimiento que por normas relacionadas con la lealtad al grupo. La indignación por infringir daño o sufrimiento a indefensos tiende unir a las personas y a mejorar el cuidado a los más débiles. Pero la indignación ante violaciones de normas identitarias, válidas para un grupo social concreto, tienden a dividir a las sociedades. La indignación identitaria tiene el efecto de contribuir a la polarización (7) y, en entornos polarizados, casi todo puede verse como violaciones de normas morales.

La manipulación surge cuando se quiere pasar por morales y universales normas que tan solo atañen a un grupo concreto, que son identitarias. Si analizamos las grandes polémicas relacionadas con las prácticas religiosas y el respeto a sus símbolos, la legislación relacionada con la orientación sexual y la identificación de género, el matrimonio homosexual, el aborto, la discriminación racial, la exaltación nacionalista y tantas otras, en el fondo siempre llegamos a un grupo que cumple legítimamente con sus unas normas, pero que desea que esas normas se impongan universalmente.

En resumen, la indignación ante las violaciones de normas de identidad tiende a polarizar y a generar confrontación, mientras que la indignación ante violaciones de normas de daño y de cuidado tienden a unir a las personas, especialmente en contextos de abusos de derechos humanos.

En conclusión.

La indignación moral es una emoción moral que explota ante situaciones injustas o crueles. Pero la indignación ofusca la capacidad de analizar racionalmente los hechos. Este impulso emotivo es el caballo de Troya de la indignación porque la hace vulnerable a la manipulación. De hecho, en las redes sociales abundan los incentivos para que los proveedores de desinformación generen contenido que provoque indignación. Desconfiemos de las personas que insisten en indignar a la audiencia.

Notas.

1.- Jiménez-Leal, W., & Cortissoz-Mora, C. (2024). Can outrage be truly moral? Theory & Psychology, 35(1), 98-116. https://doi.org/10.1177/09593543241305147

2.- Brown, M., Keefer, L. A., Sacco, D. F., & Brown, F. L. (2022). Demonstrate values: Behavioral displays of moral outrage as a cue to long-term mate potential. Emotion, 22(6), 1239–1254. https://doi.org/10.1037/emo0000955

3.- Ver esta entrada del blog: La fascinación por lo dañino

4.- McLoughlin KL, Brady WJ, Goolsbee A, Kaiser B, Klonick K, Crockett MJ. Misinformation exploits outrage to spread online. Science. 2024 Nov 29;386(6725):991-996. https://doi.org/10.1126/science.adl2829

5.- Mihailov, E., Voinea, C. & Vică, C. Is Online Moral Outrage Outrageous? Rethinking the Indignation Machine. Sci Eng Ethics 29, 12 (2023). https://doi.org/10.1007/s11948-023-00435-3

6.- Las normas morales lejos de ser monolíticas y universales son una colección de diferentes normas que se e pueden agrupar en torno a normas contra el sufrimiento, infringir daño, normas acerca de la justicia, normas de lealtad al grupo, normas de deferencia a la autoridad y a la tradición y normas sobre la salud y la higiene. Pero en este caso solo se consideran las normas relacionadas con el sufrimiento y con la lealtad.

7.- Ver esta entrada del blog: Pensamiento dicotómico: Ver el mundo en blanco o negro, en el que se explica el pensamiento dicotómico base de la polarización social.

2 respuestas

  1. Avatar de Maia

    Entrada interessantissima. Moltes gràcies Dius: Pues bien, no es lo mismo indignarse por la violación de normas relacionadas con el daño o el sufrimiento que por normas relacionadas con la lealtad al grupo. La indignació per la discriminació per raó de gènere, per la prepotència masclista, pels femenicidis… on ho col•loques? Aquests greuges atenten contra normes universals? Per a mi sí, és clar.

    1. Avatar de Jordi Fernández-Castro
      Jordi Fernández-Castro

      Segons ho veig jo, els assessinats, les agressions, el maltractament, els insults i el menyspreu cap a les dones són accions manifiestes de dany i odi i es poden veure con una violació moral de la norma de no danyar. Però el sostre de vidre, la violència institucional, les normes de paritat, la discriminació positiva i en general les polítiques d’igualtat estan fortament polaritzades perquè entren en col·lisió codis grupals sobre els rols de gènere opostats i en aquest cas, si s’enfoca des d’un punt de vista moralista, qui guanya és la desinformació, el populisme i les postures retrògrades. Encara que sigui el camí més llarg, en aquests casos, crec que és millor recórrer a les dades, a la realitat i a la racionalitat. Difícil camí és el de fugir de la emocioanalitat.
      Gràcies pels teus comentaris i puntualitzacions.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *