Las sociedades democráticas contemporáneas parecen estar inmersas en una espiral de división y antagonismo, se habla con frecuencia de una polarización política creciente. Ante asuntos de interés general, las opiniones se vuelven contrapuestas y antagónicas, excluyéndose entre sí y negándose a admitir la negociación o la búsqueda de un punto intermedio. Las personas se adhieren a bloques que deben asumir íntegramente, como se evidenció claramente en el caso del Brexit en el Reino Unido o del movimiento MAGA liderado por Donal Trump en Estados Unidos.
Para comprender la magnitud de la polarización social en todos sus aspectos es fundamental analizar sus raíces, que trascienden los factores sociales, económicos y políticos, encontrando su caldo de cultivo en una tendencia psicológica profunda: el pensamiento dicotómico y en su expresión emocional: la polarización afectiva.
La Base Cognitiva de la División: La polarización cognitiva.
En otra entrada de este blog he intentado exponer en qué consiste el pensamiento dicotómico (1) que es un sesgo cognitivo que produce el efecto del pensamiento en «blanco o negro». Es, sencillamente, la propensión a evaluar las experiencias y los hechos de la vida clasificándolos en solo dos categorías, rígidamente excluyentes, en lugar de reconocer la existencia de escalas continuas que varían gradualmente.
El pensamiento dicotómico no es un reflejo objetivo de la realidad, sino una manera específica de ver e interpretar esa realidad. El proceso por el cual se llega a esta organización rígida consta de seis pasos psicológicos clave:
- Observación Inicial: Las experiencias que provienen de la realidad son inherentemente diversas, variadas e incluso caóticas.
- Identificación de la dimensión estándar: La persona comienza fijándose en un único aspecto o dimensión de la realidad (como opciones políticas, grupo étnico, religión, o éxito económico) que puede separarse en dos extremos claramente diferenciados con un contenido afectivo intenso.
- Clasificación Total: Toda la diversidad de experiencias se relaciona forzosamente con uno de los dos extremos elegidos.
- Ignorancia Selectiva: Se ignora activamente todo aquello que no puede ser clasificado fácilmente según el estándar escogido (esto es un sesgo cognitivo: no se reconoce que algo existe porque no se puede clasificar).
- Optimización Afectiva: Se minimizan los aspectos negativos de lo que se percibe como «bueno» o deseable, a la vez que se minimizan los aspectos positivos de lo que se percibe como «malo» o indeseable.
- Adhesión Íntegra: Finalmente, la persona se adhiere de manera íntegra al aspecto deseable y rechaza íntegramente el otro. Esto da como resultado dos bloques monolíticos y homogéneos.
El principal problema es que creemos que estos bloques antagónicos existen en la realidad cuando, de hecho, se encuentran en nuestra mente o en nuestra forma de entenderla.
Algunos psicólogos evolucionistas sugieren que este pensamiento dicotómico maniqueo, que divide la realidad en «lo bueno» y «lo malo», pudo haber sido adaptativo para la supervivencia de los humanos. En momentos de necesidad, resultaba práctico distinguir rápidamente la seguridad (estar con personas conocidas de tu grupo), del peligro (estar con desconocidos de otro grupo). El grupo de las personas cercanas se ha denominado endogrupo y el grupo de todos los demás, de los otros, se llama exogrupo. Sin embargo, en nuestra sociedad actual, culturalmente compleja, esta simplificación dicotómica se ha convertido en un inconveniente.

Autor: Eric Ward
El pensamiento dicotómico tiene otra consecuencia social muy peligrosa: hace a quien piensa dicotómicamente vulnerable a la manipulación. Esta forma de pensar permite la difusión de la propaganda polarizadora. La expresión «estás conmigo o estás contra mí» encapsula la quintaesencia de este pensamiento. Esta frase, además de ser un ejemplo de la falacia conocida como «falso dilema» (2), es un instrumento de manipulación política formidable. Al presentar forzosamente solo dos alternativas, se ocultan otras vías intermedias posibles, obligando a tomar partido a favor de una de ellas, aunque no se está de acuerdo del todo, solamente por oposición a la otra alternativa.
La Polarización Ideológica y la Polarización Afectiva.
La polarización política se había explicado tradicionalmente, en la mayor parte de la literatura académica, a partir de la polarización ideológica (PI). La PI es producto de las diferencias entre los partidos y de la coherencia interna de estos partidos en torno a su ideología y sus posiciones sobre temas concretos, especialmente en cuestiones de economía y en términos de libertad individual.
Un cierto grado de PI es considerado necesario para que el juego de la democracia funcione adecuadamente, ya que asegura que los votantes tengan unas opciones significativamente distintas y se puedan pronunciar. En términos generales, se ha creído que la PI se correspondía con diferencias socioeconómicas, por lo que la clase social explicaba principalmente la opción ideológica y política. Al menos, hasta el fin del siglo XX.
Sin embargo, en los últimos 15 años, la PI ha sido desafiada y desplazada por la polarización afectiva (PA). La PA es una tendencia psicológica y social que va más allá de la mera diferencia ideológica y es consecuencia de la expansión del componente emocional. Según la definición propuesta por Shanto Iyengar de la Universidad de Stanford en 2012, la PA es la tendencia de los simpatizantes de un partido a ver a los otros partidos como un exogrupo (los otros) no deseado o desagradable, mientras mantienen sentimientos positivos hacia su propio partido (el endogrupo, “los míos”) (3).
La PA se puede medir de una forma sencilla, se pregunta por la aceptación del partido (o bloque) al que se vota y por la aceptación de partico o bloque contrario. La polarización afectiva consiste en la diferencia entre estas valoraciones. Si el número resultante es alto, ello significa que la aceptación del partido propio es mucho mayor que la del otro y, por lo tanto, hay mucha PA. Si el número es bajo es que la preferencia por un partido no es mucho mayor que la preferencia por el otro. Diversas investigaciones han coincidido en que la PA ha aumentado en EEUU y en Europa durante los últimos 15 años precisamente debido no a que haya aumentado la preferencia por el partido propio, que no ha cambiado, sino porque ha aumentado especialmente el rechazo al otro (4). Es como si el odio, emoción proscrita tras la II Guerra Mundial, haya irrumpido violentamente en el siglo XXI.
La PA ha venido de la mano de la propaganda negativa, es decir basar la propaganda política en la crítica y la destrucción de los adversarios más que por convencer de la bondad de las propuestas propias. Otros fenómenos que acompañan a la PA son la moralización de la política, juzgar una propuesta en función de quien la propone y la exhibición de la indignación como arma de negociación.
La PA tiene como resultado que la afiliación a un partido va más allá de la preferencia por políticas concretas y se vincula a la identidad: identidad nacional, religiosa, racial, cultural, territorial, generacional o de género (4). Otra consecuencia de la PA es que la lealtad y la fidelidad al grupo político se convierte en un valor superior al del criterio propio, de esa forma se suprime la disidencia y se castiga la colaboración entre partidos. A medida que los políticos dan más prioridad a la lealtad al partido que a la deliberación política, los votantes y simpatizantes siguen su ejemplo y tienden a aceptar en bloque los postulados del partido al que se siente vinculado.
Tabla 1. Comparación entre Polarización Ideológica (PI) y Polarización Afectiva (PA)
| 🧩 Característica | 🎯 Polarización Ideológica (PI) | 💘💢 Polarización Afectiva (PA) |
| Base | Posiciones divergentes sobre temas ideológicos, sociales y políticos. | Actitudes opuestas y excluyentes de atracción o aversión hacia temas sociales y políticos. |
| Naturaleza | Basada en la razón, la ideología y la política. | Basada en la emoción y la identidad social. |
| Medición | Distancia entre partidos en el espacio ideológico. | Diferencia entre la evaluación del propio partido y la evaluación de los partidos oponentes. |
| Consecuencia | Necesaria para la competencia y alternancia electoral en la democracia. | Dificulta el consenso y los acuerdos mayoritarios. |
Los efectos adversos se comportan como una reacción en cadena, la propaganda negativa y la lealtad al grupo llega a socavar la confianza en la política de los simpatizantes del partido que no está en el poder y, además, torpedea la cooperación entre los líderes políticos. La PA, incluso, se ha expandido fuera del ámbito estrictamente político y aborrecer a los adversarios se está convirtiendo en norma en los medios de comunicación, en la cultura, en la industria del espectáculo y, naturalmente, en las redes sociales. En la sociedad estadounidense, el prejuicio partidista por la ideología ha llegado a superar la discriminación basada en la raza en el mercado laboral (4)
La Polarización Afectiva en Europa y en España en particular.
La PA fue identificada y definida gracias a ciertos estudios pioneros sobre el aumento de la hostilidad entre demócratas y republicanos en EEUU en los primeros años del siglo XXI. Sin embargo, a pesar de que el debate sobre la PA en Europa es menor que en EEUU, la evidencia demuestra que la PA está muy presente en Europa. Los estudios muestran que en algunas democracias europeas hay incluso niveles de PA más altos que en EE. UU., debido más al crecimiento de la animosidad y odio entre los simpatizantes de diferentes partidos que a la distancia ideológica (5). No obstante, hay que puntualizar que la manifestación concreta de la PA y sus consecuencias son diferentes en Europa que en EEUU, dado que tanto la cultura política como el sistema de partidos en la mayoría de los países europeos son diferentes al de los EEUU (6).
Medir la PA en el contexto multipartidista europeo es un desafío porque los votantes pueden sentir un odio intenso hacia un partido, pero ser neutrales hacia otros, lo que puede diluir las puntuaciones medias de polarización. Pero en los últimos años ha aumentado la polarización debido a la irrupción de partidos populistas intensamente detestados que, por ser detestados se fortalecen y que, a su vez, detestan a la corriente dominante. Esta división se puede conceptualizar como un bloque mainstream y un bloque challenger, o dicho de otra manera, lo establecido contra lo disruptivo. El temor a la PA entre los votantes puede llevar a las élites a mostrarse reacias a formar coaliciones con partidos altamente repudiados, incluso si la distancia ideológica no es extrema. Un ejemplo vívido es Irlanda, donde dos partidos de centro-derecha nunca han gobernado juntos debido a una profunda hostilidad partidista. En definitiva, en los sistemas multipartidistas de Europa, la alta hostilidad y desconfianza entre partidos dificultan la formación de gobiernos de coalición, el consenso y los acuerdos de estado.
Las evidencias (4) indican que Los países más polarizados de Europa son los de Europa Central y Oriental seguidos por los del Sur de Europa, siendo los países del Noroeste de Europa los más moderados en PA. Un caso curioso entre los países poco polarizados es el de Bélgica, un país que debido a sus diferencias nacionales profundas parecía ingobernable durante el último cuarto del siglo XX, siendo ahora un país de colaboraciones entres partidos distantes.
La alta PA en los países europeos más polarizados se debe a una hostilidad hacia los contrarios (exogrupo), como ya hemos visto mientras que las evaluaciones del partido propio (endogrupo) se mantienen altas (alrededor de 8 sobre 10) en todas las regiones europeas. Siendo en algunos países del este, como Bulgaria, mayores que en EEUU.
España, como parte del Sur de Europa, presenta un nivel significativo de polarización afectiva y su índice ha llegado superar algo al de EEUU. La característica diferencial, y curiosa, de España consiste en ser el país europeo que muestra un nivel de adhesión más bajo, aun siendo positiva, al propio partido.
Conclusión
La Polaridad Afectiva consiste en la tendencia a aborrecer y a odiar al grupo de personas con las que no se comparten ideas políticas. La Polaridad Afectiva está presente en EEUU y también en Europa, especialmente en el Este y el Sur, siendo España un país afectado especialmente. La polarización afectiva no es un simple desacuerdo político, sino una profunda y peligrosa división social de carácter emocional, que hunde sus raíces en el pensamiento dicotómico, la necesidad de afirmar la propia identidad, la percepción de injusticia y el miedo y la incertidumbre acerca del futuro (Prometo hacer otra entrada de este blog sobre este tema). Para la salud de las democracias europeas es necesario superar el miedo, el asco y el odio hacia los otros (También prometo hacer otro blog sobre cómo combatir la Polarización Afectiva).
Notas:
1.- Ver Pensamiento dicotómico: Ver el mundo en blanco o negro
2.- Ver El falso dilema
3.- El primer artículo que habló de polarización afectiva fue éste: Shanto Iyengar, Gaurav Sood, Yphtach Lelkes (2012). Affect, Not Ideology: A Social Identity Perspective on Polarization, Public Opinion Quarterly, Volume 76, Issue 3, Fall 2012, Pages 405–431, https://doi.org/10.1093/poq/nfs038
Una revisión completa del fenómeno es estados Unidos se puede hallar en Iyengar, S., Lelkes, Y., Levendusky, M., Malhotra, N., & Westwood, S.J. (2019). The Origins and Consequences of Affective Polarization in the United States. Annual Review of Political Science.
4.- Ver este completo estudio: Gidron N, Adams J, Horne W. (2023) Who Dislikes Whom? Affective Polarization between Pairs of Parties in Western Democracies. British Journal of Political Science, 53(3):997-1015. doi:10.1017/S0007123422000394
5.- Para tener una idea de la situación de la PA en Europa se puede consultar: Reiljan, A. (2020). ‘Fear and loathing across party lines’ (also) in Europe: Affective polarisation in European party systems. European Journal of Political Research, 59(2), 376–396.
6.- La PA se ha estudiado principalmente en democracias avanzadas. Aunque naturalmente la polarización y las dicotomías como fenómenos de raíces psicológicas pueden manifestarse también en otros contextos como en dictaduras y democracias autoritarias, pero con resultados, obviamente, distintos.
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