En los discursos políticos y en los medios de comunicación se usa a menudo el término “rico” y “pobre”. Son palabras sencillas que todo el mundo entiende y con la que se pueden hacer frases contundentes como “que los ricos paguen más” o “lo pobres son cada vez más pobres”. Pero no se nos puede escapar que son términos hasta cierto punto ambiguos, que pueden ser interpretados de manera subjetiva y con un claro contenido emocional. Desde un punto de vista objetivo, sería preferible hablar de niveles de renta expresados en cantidades numéricas; teniendo en cuenta que, según dónde se viva, los niveles de ingresos necesarios para vivir bien pueden ser bien diferentes.
¿Cuánto gana un rico?
Un psicólogo se podría preguntar de qué depende que consideremos a alguien rico. Un grupo de psicólogos de la Universidad de Würzburg (Alemania) encabezado por el profesor Roland Deutsch (1) se planteó esta duda y la quiso responder preguntando cuánto dinero se debe ganar para considerar a alguien rico y a analizar las respuestas en función de la situación económica y otras circunstancias de los participantes de sus encuestas. La respuesta a esta pregunta fue que las personas suman una cierta cantidad de dinero a lo que gana uno y de esta forma se obtiene el nivel de ingresos de los ricos. Por lo tanto, nadie se considera rico a sí mismo, sino que los ricos son los que ganan más que tú. Cuanto menos dinero se gane, menos dinero hace falta para considerar a alguien rico. Es decir, nos solemos considerar clase media y que los ricos, siempre, son los otros.
Si nos centramos en la parte de las personas con mayor nivel de ingresos, la percepción del nivel necesario para considerarse rico depende además, según los datos de este estudio, de la comparación social, es decir de percibir que se tiene más o menos que las personas del entorno cercano (conocidos, familiares, amigos, vecinos, etc.). De manera que cuando alguien con nivel de ingresos superior a la media, al compararse con su entorno, se considera favorecido, establece una cantidad menor para considerar rico a alguien que los que se consideran desfavorecidos. Al parecer las personas acomodadas se creen más cerca de ser ricos cuando, al compararse con su propio entorno de altos ingresos, se ven mejor que el resto. Este mecanismo cognitivo tiene un efecto perverso que experimentan las personas que nunca se creen son suficientemente ricas porque se comparan con otras que lo son más.
En fin, como hemos hablado en otras entradas de este blog, las personas no somos capaces de hacer juicios rápidos en términos absolutos, sino que nuestros juicios son comparativos (2) y necesitamos un punto de referencia, lo que se llama un anclaje, para llegar a una conclusión. Y, claro ¿Qué mejor punto de comparación que nosotros mismos o nuestro entorno?
La falta de equidad conocida de primera mano
Hay que reconocer que las personas tendemos a hacer juicios globales sobre la sociedad, pero a partir de experiencias particulares, las de uno mismo, y esto puede provocar distorsiones. Por esta razón, los psicólogos sociales Juan-Diego García-Castro, Rosa Rodríguez-Bailón de la Universidad de Granada se han dedicado a estudiar en detalle la percepción de la inequidad económica en la vida cotidiana (3). La percepción de la inequidad en la vida cotidiana depende del grado de experiencias diarias en las que los individuos aprecian diferencias de distribución de recursos en personas que conocen personalmente (4)
Este grupo ha sido capaz de estudiar metódicamente la percepción de inequidad, que se puede medir con un cuestionario en el que se pregunta hasta qué punto se conoce personalmente tanto a gente que no tiene para vivir y a gente que no tiene dificultades económicas. Es sus estudios han analizado la correlación entre la puntuación que se obtiene en este cuestionario y diferentes actitudes sociales. De forma que las personas que tienen trato directo con personas con muy pocos recursos y a la vez con personas con muchos recursos son menos tolerantes hace la inequidad. No es lo mismo saber que hay diferencias sociales que verlas por uno mismo en el día a día.
Pero también han estudiado experimentalmente esta percepción. Para ello reclutaron un grupo de voluntarios y a la mitad de ellos se les pidió que pensasen en una persona conocida que no tenga recursos y en otra persona con suficientes recursos como para vivir sin problemas. A la otra mitad se les dice que piensen en la persona mayor estatura, la más alta, que conocen y en la persona más baja. Luego se les hace las mismas preguntas sobre sus actitudes sociales a los dos grupos, para ver si el hecho de tener en mente personas concretas con diferentes recursos influye en sus actitudes. Esto se le llama en Psicología cognitiva el efecto de primacía (en inglés: priming), que consiste en que cuando se hace que las personas son expuestas a imágenes, palabras o pensamientos se activan marco mental que predispone a pensar de determinada manera. El resultado es previsible, cuando las personas tienen activados sus recuerdos y pensamientos relacionados específicamente con la desigualdad son más intolerantes ante la inequidad
En conjunto, el resultado de estas investigaciones es que la percepción de la inequidad la vida cotidiana hace que las personas sean más intolerantes hacia ella, es decir que no les parezca normal esas diferencias. La intolerancia hacia la inequidad también influye en tener actitudes favorables hacia políticas de redistribución de los recursos. Sin embargo, los propios autores reconocen que ser partidario de la redistribución no depende únicamente de considerar injusta la inequidad, sino de otros factores como creer en la meritocracia o no. Es decir que considerar que la inequidad sea injusta no lleva directamente a ser partidario de la redistribución.
En resumen, no es lo mismo entender el mundo a partir de personas reales que a partir de estereotipos. Cuando digo personas reales me refiero a personas que conocemos, sabemos su nombre, con las que hemos hablado o nos hemos relacionado de alguna manera. Cuando me refiero a estereotipos me refiero a pensar en términos como “los repartidores a domicilio”, “los inmigrantes”, “los que viven en urbanizaciones de lujo”, los “empresarios” y etiquetas de este tipo que caracterizan a grupos de personas sin tener en cuenta que son también individuos (5)
Por otra parte, las personas tienden a relacionarse con personas de su mismo grupo social, en términos generales. O sea que se produce una especie de bucle de confirmación, juzgamos el mundo en función de los estándares de nuestro entorno e intentamos que nuestro entorno encaje en esos mismos estándares. Lo diré de otra manera, aunque parezca pueril, parece que un estrategia de cerrar los ojos ante lo que no nos gusta es psicológicamente eficaz.
En conclusión.
Tenemos que desconfiar de nuestras primeras impresiones y reconocer que están condicionadas a nuestra experiencia particular. El trato directo con personas diferentes y variadas proporciona un conocimiento auténtico, rico y profundo que no se puede sustituir por información estereotipada proveniente de redes sociales, noticias, series, películas, obras de ficción y medios de comunicación en general.
Notas.
1.- El estudio es éste: Rinn, R., Krishna, A., & Deutsch, R. (2023). The psychology of income wealth threshold estimations: A registered report. British Journal of Social Psychology, 62, 630–650. https://doi.org/10.1111/bjso.12581
2.- Ver en este blog: ¿POR QUÉ SON ODIOSAS LAS COMPARACIONES?
3.- Éste es el estudio: Juan Diego García-Castro, Rosa Rodríguez-Bailón, Guillermo B. Willis, Perceiving economic inequality in everyday life decreases tolerance to inequality, Journal of Experimental Social Psychology, Volume 90, 2020, https://doi.org/10.1016/j.jesp.2020.104019.
4.- Cómo he expuesto en otra entrada de este blog, diferentes especies de primates muestran una clarísima aversión a la falta de equidad. Los primates protestan cuando son víctimas de trato no igualitario, la diferencia con las personas es que los humanos podemos protestar cuando otra persona no es tratada con equidad. Ver: EL INSTINTO DE LA EQUIDAD
5.- Ver esta entrada del blog: PROTOTIPOS MENTALES, O CÓMO HACER SIMPLE LA REALIDAD COMPLEJA.
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