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La Norma Subjetiva: una ley no escrita que cuesta saltársela.

Conductores saltándose un semáforo en rojo, vecinos arrojando basura fuera de los contenedores, patinetes por las aceras, pagos en negro sin facturas ni nada, vecinos ruidosos. Vivir en sociedad implica cumplir con ciertas reglas que limitan lo que puede hacer cada uno. Pero antes o después hay quien se las salta y eso produce irritación y censura en el resto de personas. Las conductas incívicas generalmente se producen porque son conductas de poco coste, divertidas o porque tienen consecuencias favorables para quien las realiza, aunque produzcan efectos no deseados en otras personas o en la comunidad. No estoy hablando estrictamente de crímenes o delincuencia, si no de infracciones menores, pero muy frecuentes que erosionan la convivencia. Muy pocas personas pueden presumir de no haber nunca saltado una norma. Me parece que a veces podemos ser muy estrictos con el cumplimiento de las reglas de otras personas, pero indulgentes cuando somos nosotros los que hacemos pequeñas transgresiones.

¿Castigo o Educación?

Las reglas son necesarias para regular la convivencia de una comunidad, pero no basta con poner reglas hay que conseguir que todos la cumplan. Tradicionalmente, el método usado para conseguir que se cumplan estas reglas es vigilar y sancionar a los infractores. Pero esto requiere mucho esfuerzo de las administraciones, se necesita mucho personal y organización para vigilar y sancionar de manera efectiva. Pero, además, los psicólogos sabemos el castigo funciona si es inmediato y contingente; es decir cuando las personas están convencidas que no es posible realizar la conducta sin recibir la sanción de forma inmediata y fulminante, pero cuando una conducta se prohíbe y sólo hay una pequeña probabilidad de recibir un castigo, la prohibición puede convertirse más en un aliciente que un freno.  Además, el castigo puede eliminar conducta incívica, pero no parece que favorezca la conducta cívica o solidaria. Y una cosa es dejar de hacer algo incívico o insolidario y otra cosa, mucho más difícil de conseguir, es hacer algo solidario y cívico. Por estas y otras razones, las sociedades han desarrollado también otro método para promover el cumplimiento de las reglas que está basado en la educación para conseguir que las personas se comporten de manera cívica voluntariamente, por convencimiento.

Motivación positiva: la actitud y la norma subjetiva.

Vamos a ver cómo funciona la motivación positiva, es decir la motivación para hacer conductas que, aunque cuesten un poco hacerlas, tengan consecuencias deseables para uno mismo y para la comunidad. Fishbein y Ajzen propusieron un modelo llamado de la acción razonada que establece que la intención de realizar un comportamiento concreto depende la actitud hacia ese comportamiento, es decir que se perciba como algo que produce más consecuencias deseables que indeseables y, luego, de la norma subjetiva, que es la creencia acerca de que otras personas importantes para uno aprueban que se haga esa conducta. Estos dos factores predicen la intención de realizar una conducta, pero no el hecho de realizarla efectivamente, para ello es necesario que uno crea que puede tener control, dominio, sobre esta conducta. Pero no vamos hablar del trecho que hay entre la intención y el hecho, sino de la norma subjetiva porque nos puede dar luz sobre sobre cómo pensamos y actuamos los seres humanos.

La norma subjetiva.

Vamos a ver un ejemplo de cómo se combina la norma subjetiva con las actitudes. Pongamos el hábito de separar los residuos en orgánico, papel, vidrio, envases, etc., la verdad es que hacer eso es un rollo y cuesta un poco hacerlo de manera concienzuda, es mucho más sencillo tirarlo todo a un único contenedor que estar separando la basura. Pero a pesar de su coste, cada vez más personas separan la basura, por una parte, porque creen que las consecuencias de sus acciones tienen un efecto beneficioso en el medio ambiente y se sienten satisfechos al hacerlo y, por otra parte, porque se está convencido que otras personas importantes: los familiares, los amigos, los vecinos cercanos aprueban que se haga esa conducta.

La norma subjetiva es la creencia acerca de que otras personas importantes para uno mismo aprueban que se haga una conducta concreta.

Hay diversos estudios que demuestran que la actitud y la norma subjetiva son factores independientes, es decir que se puede mejorar la actitud hacia una conducta sin que cambie la norma subjetiva o se puede incrementar la norma subjetiva sin que cambie la actitud. Desde un punto de vista práctico esa distinción no tiene mucha importancia, a mí, la verdad me trae sin cuidado si un propietario de perro recoge los excrementos porque cree que es lo correcto o para caer bien a la gente, lo importante es que lo recoja. Pero para saber cómo funcionan los humanos esta distinción es realmente interesante. El concepto de norma subjetiva es muy importante, somos capaces de hacer cosas que nos cuesta un esfuerzo importante si pensamos que es lo que quieren los míos, los de mi grupo y eso parece más poderoso que la policía municipal o las multas. La norma subjetiva es una norma no escrita pero no es una cosa vaga y poco concreta. La norma subjetiva está, por decirlo de algún modo, en la mente de cada uno y es una creencia muy específica sobre la conveniencia de hacer o no conductas concretas. Las normas subjetivas, como el resto de las normas sociales, no tratan de realidades sino que consisten en creencias, basta con que mucha gente crea en ella, aunque no sea cierta estrictamente, para que ejerza su influencia en la conducta. La creencia en una norma subjetiva es realmente poderosa.

Para que una norma se perpetúe no es necesario que la mayoría la crea, sino solo que la mayoría crea que la mayoría la cree.

Alan D. Berkowitz

¿Yo o nosotros? El yo privado y el colectivo.

¿Habrá personas más sensibles a llevar a la práctica sus propias actitudes (hacer lo que creen que es más correcto) y otras más sensibles a la norma subjetiva y que se comportan de forma cívica porque creen que eso es lo que quiere su grupo? ¿Será que hay sociedades más colectivistas en las que prima más la norma subjetiva y sociedades más individualistas en las que priman las actitudes individuales? O puede ser que haya ciertas conductas más sensibles a la actitud que a la norma social.  

Para analizar la relación entre actitudes y normas subjetivas es útil recurrir a los conceptos de yo privado y yo colectivo. El yo privado consiste en la valoración que hace una persona de sí misma (por ejemplo: soy una persona introvertida); mientras que el yo colectivo se refiere a valoraciones de uno mismo en función de un grupo de referencia (Por ejemplo: mis amigos creen que soy una persona introvertida). Respecto al yo privado y al colectivo hay dos puntos de vista: el que sostiene que a más yo privado, menos yo colectivo; o sea que un tipo de yo excluye al otro. Mientras que el otro punto de vista cree que los dos tipos de yo son independientes, no se comen el terreno el uno al otro y que, en función de las circunstancias, influye más uno que otro. Mi opinión es que este último punto de vista es el que se ajusta más a lo que sabemos sobre el funcionamiento humano, además se aleja de la visión dicotómica de pensar que hay personas más individualistas y personas más comunitarias, siempre y en toda circunstancia, de manera fija y constante. Por el contrario, este punto de vista explica por qué actuar de manera más individualista o colectivista depende de las circunstancias.

La imprimación mental

Para comprobarlo vamos a hablar de un trabajo de Ybarra y Trafimow que demostraron cómo se puede pasar del yo colectivo al yo privado y cómo estos cambios influyen en la norma social. En un experimento, dividieron al azar a 60 de sus estudiantes en dos grupos. Al primero se le primó el yo privado y en el segundo, el yo colectivo. Para ello dijeron a los estudiantes asignados al primer grupo que, antes de nada, debían pensar durante dos minutos en todo aquello que les diferenciaba de sus familiares y amigos, sin necesidad de escribir nada ni contestar ninguna pregunta. Luego se les pasaron unos cuestionarios sobre sus opiniones y comportamientos en relación al uso de preservativos en las relaciones sexuales. Al segundo grupo lo que se les dijo era que debían, primero, pensar durante dos minutos en todo aquello que les unía a sus familiares y amigos, sin necesidad de escribir nada ni contestar ninguna pregunta. Luego se les facilitaba los mismos cuestionarios que al primer grupo.

Los resultados indicaron que el grupo de estudiantes que pensó en lo que les separaba de sus familiares y amigos dio más importancia a sus propias actitudes sobre el uso de condón (lo que su uso le podría perjudicar o favorecer) que a la norma subjetiva, lo que creían sus familiares y amigos sobre la cuestión. Y por el contrario el grupo que pensó en lo que les unía a sus familiares y amigos, dio más importancia a la norma subjetiva que sus actitudes propias. Recordemos que esos dos grupos estaban formados al azar y sólo se diferenciaban en esa sutil manipulación experimental consistente en pensar de una manera u otra durante dos minutos y que esta inducción de pensamientos llegó a influir en sus respuestas. En mi opinión, impresionante.

Esto se debe al efecto que, en Psicología Cognitiva, se llama priming y que es dificilísimo de traducir en español. Priming, es algo así como dar una imprimación cuando se va a pintar una pared, la imprimación prepara la superficie para que la pintura agarre bien. El priming cognitivo o imprimación mental es activar una serie de esquemas, ideas, recuerdos relacionados con un temo en concreto, todos esos materiales cognitivos que está imprimados o preparados son más accesibles durante el tiempo en que una persona realiza una tarea, como resolver un problema, contestar preguntas o tomar decisiones. Esta imprimación cognitiva predispone a pensar en una dirección determinada y ignora lo que no está activado.

En este caso ha habido dos tipos de imprimaciones, la de primar el yo privado pensando pensar en lo que uno es diferente del resto, y la del yo colectivo, pensando en lo que une. Cuando el yo privado está activado los procesos mentales se regirán más por las actitudes propias, afirmándose uno mismo. Cuando el yo colectivo está activado se tiene en cuenta las creencias sobre lo que piensan las personas que nos rodean.

Una observación, el yo privado no es necesariamente egoísta, puede ser solidario. Me explicaré, pensemos en una persona que tiene una actitud positiva hacia, pongamos por caso, las normas de circulación. Se para cuando hay un stop, no va más deprisa de lo permitido, respeta los pasos de cebra y aparca sólo en lugares permitidos. Esta actitud positiva no se debe a que piense que es lo mejor para él mismo, o ella misma, sino que cree que cumplir las normas es bueno para el conjunto de personas que circula. Pero, imaginemos que esta persona vive en un sitio en donde sistemáticamente se incumple el código de circulación y, por consiguiente, cree que sus familiares y amigos les trae sin cuidado si conduce correctamente. En este caso, la actitud privada tendería a ser cívica, pero la norma subjetiva tendería a ser incívica. 

Conclusión: ampliar el punto de vista.

Lo que en mi opinión es fascinante es pensar que no somos ni “egoístas” ni “solidarios” en estado puro, o si se quiere “individualista” o “gregario”, sino que podemos ser lo uno o lo otro en función del contexto que nos lleve a activar el yo colectivo o el yo privado.

Si se quiere una recomendación, puede ser muy útil practicar la activación de los diferentes yos y contrastar nuestras opiniones en función del punto de vista. Tener en cuenta tanto el yo privado como el colectivo, nos hará más inteligentes socialmente. No se trata a de anular o reprimir ni un yo ni el otro, se trata de tener una perspectiva amplia y no restringida.

2 respuestas

  1. […] de la utilidad de esos cambios, y no solamente por obligación legal. En otra entrada de este blog (La Norma Subjetiva: una ley no escrita que cuesta saltársela), traté este tema concluyendo que las normas legales que no convencen a los ciudadanos sólo se […]

  2. […] (He hablado del yo colectivo en contraposición con el yo privado en el artículo de este blog: La norma subjetiva: una ley no escrita que cuesta saltársela y sobre las creencias de eficacia, emociones y conducta en función de un punto de vista individual […]

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