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Caminos deseados, caminos planeados: cuando decidimos sin pensar.

Un camino deseado (desire path, en inglés) es una senda que aparece en la hierba causada por el paso continuo de humanos o animales que buscan el camino más corto entre dos puntos.  Los caminos deseados son un desafío a los caminos planeados que se pueden ver en jardines urbanizados, que ofrecen sendas pavimentadas con ángulos o curvas que contrastan con el trazado recto de los caminos deseados. En un jardín urbanizado, además, los caminos responden a un diseño previo y deliberado, se ordena el espacio y se habilitan caminos para conectar todas las partes, en definitiva, el conjunto es más importante que el camino de una persona en particular.

Por el contrario, los caminos deseados no se planifican, se hacen, y no los hace una persona, sino que es un trabajo colectivo. Pero naturalmente no es el producto de una asamblea de vecinos que se quieran rebelar contra el ayuntamiento, los caminos deseados son trabajos colectivos por la sencilla razón que los caminos que han hecho una sola persona dejan un rastro tenue y desparecen y sólo se mantienen los que han sido transitados por mucha gente. En los caminos deseados, lo más importante es la coincidencia de muchas personas que van buscando su propia comodidad.

Camino deseado: un cierto número de personas anónimas han decidio que este es un buen sitio para incorporarse al carril bici.

Siempre que me topo con un camino deseado no puedo dejar de verlo como una metáfora del comportamiento humano y pienso que nuestras acciones y pensamientos siguen más a menudo caminos deseados que caminos planeados.

¿Seguir el atajo o hacer las cosas bien?

Aplicando esta analogía al comportamiento diario, se puede entrever que hay una gran cantidad de ocasiones en las que emprendemos un camino planeado, racional, en el que el conjunto y los objetivos a largo plazo son lo más importante para que, al final y sin saber cómo, caigamos en lo más fácil y cómodo, o sea que tomemos un camino deseado. Creo que eso pasa cuando se trata de hacer deporte regularmente, llevar una dieta saludable, mantener la higiene del sueño, reciclar correctamente, prescindir de los plásticos, ir en transporte público a todas partes, consumir de forma ética y responsable, evitar que los niños tengan accesos a pantallas y a redes sociales y en mucho otras situaciones que se podría resumir en hacer las cosas bien y cumplir con compromisos y obligaciones.

Eso no quiere decir que seguir un camino deseado, hacer lo más cómodo, no implique un proceso previo de evaluación de la situación y de decisión entre alternativas, lo hay, pero es totalmente automático, es decir, se hace con mucha rapidez y sin que la consciencia tenga acceso, es decir, lo decidimos nosotros, pero sin darnos cuenta y sin poder explicar ni cómo, ni porqué, ni cuándo.

¡Ay! ¡Ahí va ese tipo, Pitágoras! Autor: @ThejenkinsComic

Este contraste entre los caminos planeados y los caminos deseados se puede apreciar en un artículo escrito por Maël Le Bretón de la Escuela de Economía de París (Francia) y Boris Cheval de la Universidad de Ginebra (Suiza) que, junto otros colaboradores, defiende que a la hora de hacer actividad física regularmente la gente debería perseguir experiencias afectivas agradables y no beneficios para la salud (1). Argumentan que el ejercicio físico cuesta un esfuerzo y sus resultados se ven a largo plazo, con lo difícilmente se verá suficientemente recompensado de forma tangible como para convertirse en un hábito. Además, también existe un sesgo cognitivo que modifica nuestras creencias para ajustarlas a la conducta que ya se ha realizado, con lo que a medida que una persona se ve incapaz de realizar una actividad física regular, devaluará su valor en la mejora la salud. Por lo tanto, la conclusión es que la motivación para la actividad física debe ser el placer de realizarla, no prevenir la enfermedad (2). La actividad física deberá ser un camino deseado por uno mismo, algo que se hace porque gusta, sin darle más vueltas.

El atajo de la intuición

También se puede llevar la analogía de los caminos deseados y de los caminos planeados a la forma de pensar. Daniel Kahneman (3) se dio cuenta de que hay una forma de pensar rápida, a la que le llamó intuición y otra forma de pensar lenta que el llamó razonamiento (4). La intuición se parece mucho a un camino deseado, pero no se rige exactamente por esa especie de ley del mínimo esfuerzo físico, que técnicamente se denomina coste de respuesta, sino por el principio de la accesibilidad. Este principio establece que cuando se tiene que hacer algún juicio, o tomar una decisión, o pensar en algo, la información que se usa en un primer momento es sencillamente la más accesible: la más reciente, la más llamativa, la que más se pueda recordar con facilitad, la que tenga más carga afectiva etc. Kanheman se le ocurrió llamar a esto usar lo primero se viene a la mente, pero tenía que buscar un nombre más técnico y tomó prestado el término “accesibilidad” de Tory Higgins que a su vez lo había tomado del gran e influyente psicólogo Jerome Bruner (5). Higgins y sus colegas, todos de la Universidad de Princeton (Estados Unidos), realizaron una investigación clásica sobre la accesibilidad de los estereotipos sociales en 1977, en este estudio primero simularon una tarea de percepción que en realidad sirvió para exponer a los participantes a una serie palabras que describían rasgos de personalidad, para un grupo esos rasgos eran negativos y para otro eran positivos. Luego se les facilitó a los participantes una descripción muy amplia y ambigua de una persona y tenían que identificar qué rasgos de personalidad encajaban en esa persona. Los resultados indicaron que los participantes, naturalmente, usaron los términos a los que habían estado expuestos recientemente, es decir lo más accesibles, sin importar que tuviesen más o menos relación con el caso descrito.

Las decisiones inconscientes

Cuando emprendemos un camino deseado nos dejamos llevar, lo hacemos sin pensar, no es el producto de un razonamiento ni de una deliberación, pero eso no quiere decir que no sea una decisión tomada voluntariamente. No es lo mismo una decisión voluntaria que una decisión consciente y esto lo sabemos gracias a un polémico y discutido experimento llevado a cabo por Benjamin Libet (6). En este experimento se les dijo a unos participantes voluntarios tan solo que tenían mover una mano cuando quisieran, eso sí, indicando mediante la observación de un cronómetro que tenían delante, en qué momento decidían hacerlo. Pero resultaba que simultáneamente se registraban sus ondas cerebrales y los resultados indicaron que una onda característica aparecía antes de cada movimiento de la mano. Lo más curioso es que esa onda preparatoria se producía unos 300 milisegundos antes del momento en el que el participante era consciente de que había decidido mover la mano. O sea, el sujeto puede decidir voluntariamente mover la mano, pero el momento preciso se determina automáticamente, sin consciencia, antes que la persona crea que lo ha decidido, o dicho de otra manera un científico que observara las ondas cerebrales de cada sujeto podría saber cuándo se iba a mover la mano antes que el propio sujeto lo decida conscientemente (7).

Si aplicamos este experimento a la metáfora de los caminos deseados, podríamos decir que es una conducta voluntaria, pero no consciente (los psicólogos experimentales preferimos decir automática). Ahora nos podemos preguntar hasta qué punto nos sentimos responsables de este tipo de decisiones.

La ceguera de la decisión

Es sabido desde hace tiempo que cuando ya hemos tomado una decisión tendemos a sobrevalorarla, es decir que después de escoger una opción estamos aún más seguros de que es la mejor decisión de lo que estábamos antes de tomarla (8). Pero Peter Johansson y Lars Hall, de la Universidad de Lund (Suecia), aún han ido más allá y han descubierto la ceguera de la decisión (9). En sus experimentos presentaban dos opciones, por ejemplo, dos fotos de personas, y pedían a sus participantes que eligiesen su opción preferida. Después se les engañaba mostrando la foto de la persona no escogida dando por supuesto que era la que había preferido y preguntando por las razones de su elección. Aunque la verdad era que la fotografía correspondía a la persona rechazada, sólo el 20% de los participantes se dieron cuenta de ello, el resto fue capaz de dar una larga lista de razones para justificar la elección. Es decir, parece que primero decidimos y luego argumentamos porqué hemos decidido, aunque ni nos acordemos tan sólo de lo que habíamos decidido. En fin, que tomamos el camino deseado y luego decimos que es la mejor elección.

La ceguera de la decisión, el participante escoge la foto de la izquierda, pero cuando se le pide que justifique su elección se le presenta la otra foto (Tomado de Johansson et al., 2005)

Conclusiones

En resumen, creo que las personas tomamos continuamente caminos deseados (si no nos lo impiden por la fuerza). Estos caminos deseados son decisiones voluntarias pero inconscientes, producto automático de la percepción de la situación y de la experiencia previa, pero a partir de lo más fácil, accesible y de lo que cueste menor esfuerzo. Y aunque sean irreflexivas, son nuestras decisiones porque reflejan nuestra forma de ser, nuestra biografía y las experiencias vividas. Posteriormente podemos asumir y justificar estas decisiones o, por el contrario, corregirlas.

Esta preferencia inconsciente por los caminos deseado no significa que seamos vagos o irresponsables, sino sencillamente prácticos. Imaginemos que tuviésemos que tomar todas las decisiones diarias, siendo conscientes, reflexivos, sería insoportable. La levedad y superficialidad de las decisiones diarias es mucho más llevadera.

Camino deseado: Salir del camino planeado es toda una tentación.

¿Esto significa que no podemos dirigir nuestros pasos, que no podemos controlar nuestra vida o tomar decisiones reflexivas? No, en absoluto. Significa que la mayoría de las cosas las hacemos de manera superficial y práctica, aunque tenemos la capacidad, con esfuerzo eso sí, de tomar decisiones y mantener planes reflexivos y conscientes, cuando la ocasión lo requiera.  Es decir, hay maneras de tomar caminos planeados, pero eso será tema de futuros entradas de este blog.

Lo que quiero remarcar ahora es que lo primero es conocerse. Tendemos a seguir caminos deseados mayoritariamente, y pretender seguir únicamente caminos planeados lleva bien a la frustración, bien al autoengaño. No se trata de que nos guste ser superficiales y prácticos o que no nos guste, lo somos. Y creo que es importante que cada persona conozca sus caminos deseados y los acepte como parte de nuestra personalidad. Para ser racionales y controlar nuestra vida, es preciso reconocer que no lo somos de forma natural. En definitiva, reconocer los propios caminos deseados es el primer paso para tomar el control de nuestra vida.

Agradeciminetos

Quiero agradecer a los lectores de este blog su interés y los comentarios que he recibido durante el curso 2021/2022.

Notas

  1. Los colaboradores de Lebreton y Cheval son:  Silvio Maltagliati, Philippe Sarrazin, Layan Fessler todos de la universidad de Grenoble Los Alpes (Francai). El artículo citado es: Maltagliati, S., Sarrazin, P., Fessler, L., Lebreton, M., Cheval, B. (2022). Why people should run after positive affective experiences not health benefits. SportRxiv.  https://www.researchgate.net/publication/361108041
  2. Este mismo argumento lo desarrollé en otra entrada de este blog: PSICOLOGÍA DEL APOCALIPSIS CLIMÁTICO: 1.- COMPORTAMIENTO INDIVIDUAL, en el que decía que las conductas para prevenir el cambio climático tienen un gran coste de respuesta y un reforzamiento muy demorado en el tiempo.
  3. Daniel Kahneman es el famoso psicólogo premio Nobel en Economía, del que ya hemos hablado en otras entradas de este blog.
  4. A pensar rápido también le llamó “Sistema 1 de pensamiento” y al pensar lento, “Sistema 2 del pensamiento”. Se puede ver el desarrollo de este modelo en Kahneman, D. (2003). A perspective on judgment and choice: Mapping bounded rationality. American Psychologist, 58(9), 697–720. https://doi.org/10.1037/0003-066X.58.9.697 o en su libro: Pensar rápido, pensar despacio, publicado por la editorial Debate.
  5. El artículo citado es: E. Tory Higgins, William S. Rholes, Carl R. Jones (1977). Category accessibility and impression formation. Journal of Experimental Social Psychology, Volume 13, Issue 2. Pages 141-154. https://doi.org/10.1016/S0022-1031(77)80007-3 Y el artículo de Bruner que cita Taylor es: Bruner, J. S. (1957). On perceptual readiness. Psychological Review, 64(2), 123–152. https://doi.org/10.1037/h0043805
  6. El artículo citado es Libet B, Gleason CA, Wright EW, Pearl DK. Time of conscious intention to act in relation to onset of cerebral activity (readiness-potential). The unconscious initiation of a freely voluntary act. Brain. 1983 Sep;106 (Pt 3):623-42. https://doi.org/10.1093/brain/106.3.623. Todos los autores pertenecían en ese momento a la universidad de California.
  7. Este experimento ha sido muy criticado, por un lado, la metodología es discutible y se ha dudado de la fiabilidad de las observaciones del propio sujeto experimental. Pero un grupo liderado por John-Dylan Haynes de la Universidad de Berlin (Alemania) con una metodología más sofisticada pudo replicar estos resultados e identificar las áreas cerebrales implicadas, ver: Soon, C., Brass, M., Heinze, HJ. et al. Unconscious determinants of free decisions in the human brain. Nat Neurosci 11, 543–545 (2008). https://doi.org/10.1038/nn.2112. El experimento de Libet también ha dado que hablar porque se ha sostenido que negaba el libre albedrío al demostrar que la decisión de hacer un movimiento era totalmente inconsciente. En mi opinión era discusión está fuera de lugar, los movimientos eran libres, si los participantes no hubiesen querido, no hubiesen movido al mano. Lo único que demuestra este experimento es que cuando tomamos decisiones por nosotros mismos, hay procesos que ocurren sin que nos demos cuenta, pero por ello no dejan de ser nuestras decisiones.
  8. En concreto, por lo que yo sé, fue John Brehm el primer investigador que ofreció evidencia empírica de este sesgo. Demostró que cuando las personas escogen entre dos opciones igual de atractivas, inmediatamente después de tomar la decisión, la alternativa rechazada se convierte en mucho menos atractiva y la escogida incrementa su atractivo. En realidad, John Brehm, aplicó la teoría de la disonancia cognitiva de su maestro Leon Festinger a la toma de decisiones. Brehm desarrolló su carrera académica en la Universidad de Kansas (Estados Unidos) y falleció en 2009. Ver: Brehm, J. W. (1956). Postdecision changes in the desirability of alternatives. The Journal of Abnormal and Social Psychology, 52, 384–389. doi:10.1037/h0041006
  9. El artículo es este: Johansson P, Hall L, Sikström S, Olsson A. Failure to detect mismatches between intention and outcome in a simple decision task. Science. 2005 Oct 7;310(5745):116-9. doi: 10.1126/science.1111709. PMID: 16210542. Los autores de la Universidad Lund (Suecia), menos Andreass Olson que es del Instituto Karolinska (Suecia).

2 respuestas

  1. Avatar de María

    Gracias por tus reflexiones. Y buenas vacaciones!!!!

    1. Avatar de Jordi Fernández-Castro
      Jordi Fernández-Castro

      Gracias a ti por el comentario. Buenas vacaciones!

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