Una vindicación del método científico en psicología: Recuerdo y homenaje al Profesor Ramon Bayés

La psicología es una ciencia popular y genera interés, esto creo que es bueno. Pero cuando una disciplina como la Psicología, que trata de la gente, se hace popular y florece en las redes y en los medios de comunicación, parece inevitable que se simplifique y que los mensajes que se difunden sean algo toscos y maniqueos. Actualmente, tanto a comunicadores como a consumidores de información les puede costar distinguir la información realmente científica de las divulgaciones simplonas que se entremezclan con pura charlatanería. Es más, en estos tiempos en que la cultura occidental se ha polarizado en casi todo; la psicología, digamos popular, tiene dos versiones a la que se adhieren seguidores con diferentes perfiles. Cuando yo era un estudiante de Psicología había grandes debates entre los partidarios del Psicoanálisis y los del Conductismo, pero eso eran debates entre minorías especializadas.  Actualmente, en mi opinión, en las redes hay dos corrientes de la Psicología: La Psicología de Wonderland y la Psicología de Mordor. Vamos a ver en qué consisten.

La Psicología de Wonderland.

El origen de la Psicología del Wonderland está en la eclosión de la Psicología Positiva alrededor de 1990, debida principalmente a MEP Seligman y a Mihály Csíkszentmihályi . La premisa de la Psicología positiva es bien sencilla e incontestable. Seligman argumentó que desde el nacimiento de la psicología científica esta se había dedicado a estudiar los trastornos: la ansiedad, la depresión, el miedo, el estrés, la conducta desordenada, el fracaso escolar, la discapacidad intelectual, la locura, etc. lo negativo, en fin. Ya era hora, pues, de que la Psicología se dedique a estudiar la felicidad, la creatividad, las fortalezas de la persona, el bienestar o la autorrealización. Con este afán conectaban con los clásicos de la Psicología humanista como Abraham Maslow o Carl Rogers, psicólogos muy influyentes a mediados del siglo XX, pero con una grandísima diferencia que consistía en que Seligman y Csíkszentmihályi eran partidarios de desarrollar una Psicología positiva basada en el método científico: definir conceptos, evaluar variables, hacer predicciones y guiarse por las evidencias y no por la intuición o el sentido común. La revolución de la Psicología Positiva coincidió con la revolución de la primacía de las emociones sobre el razonamiento provocada por los trabajos de Peter Salovey y John D. Mayer y por Antonio Damasio entre muchos otros, de la que he hablado en alguna otra entrada de este blog (1).

La misión de la Psicología Positiva era promocionar la felicidad con la ayuda de la ciencia del comportamiento humano. Eso suena bien y estaba realmente bien, pero ¿Qué pasó? Pues bien, en mi opinión con la Psicología Positiva pasó lo mismo que pasa cuando se construye una escollera artificial cerca de la costa, las piedras colocadas en el fondo marino atraen algas, moluscos, crustáceos y peces que se van instalando alrededor de la roca creando un nuevo hábitat.   En este caso, la sólida roca de la Psicología Positiva científica propició la concentración de una legión de propuestas psicológicas o pseudo-psicológicas que perseguían la piedra filosofal de la felicidad. Se buscaba algo simple y asequible que de forma repentina deje atrás todas las zozobras de la vida y te conviertan en un ser feliz. A esto lo llamo la Psicología Wonderland.

Así, aparecieron una gran cantidad de propuestas sobre métodos y terapias de todo tipo para mejorar el bienestar directa e instantáneamente, sin necesidad de mejorar las capacidades y habilidades prácticas para vivir en el mundo real. También han proliferado estudios que intentan demostrar que lo importante es únicamente como se percibe subjetivamente la realidad, defendiendo que si se tiene una visión optimista se estará bien, pase lo que pase. También han abundado Investigaciones que quieren demostrar que tener unas cualidades psicológicas positivas y quererse a sí mismo te aseguran el éxito social y hasta financiero (2). Y asimismo han aparecido investigaciones que defienden que ciertas personas con dificultades para encajar socialmente o con bajo rendimiento escolar, en realidad tienen unas capacidades superiores a la de la media y esa superioridad mental les hace que la gente no les acepte.

En fin, la Psicología Wonderland promete una felicidad individualista y subjetiva, siempre y cuando se tenga la fuerza de voluntad necesaria para seguir los consejos del coach o influencer de turno, naturalmente. Ofrece un bienestar paradisíaco que nunca se consigue, y ante la frustración de no conseguir el bienestar pleno, los creyentes en las maravillas de la mente se culpan a sí mismas por no tener la actitud correcta.

La psicología de Mordor

La irrupción de la psicología positiva y la revolución emocional tuvo su impacto en la corriente principal de la Psicología. Por un lado, la Psicología científica continuó haciendo lo de siempre: detectar problemas, investigar sus causas y buscar remedios a esos problemas. Está bien estudiar la parte “positiva” de la psicología, pero esto no justifica olvidar lo negativo. Pero, por otro lado incorporó la evaluación del bienestar y de las emociones en la mayoría de los estudios.

Hasta aquí todo correcto, pero después de la pandemia mundial por covid-19, todo empezó a ir mal. Aparecen publicaciones científicas que claman que la salud mental empeora en todo el mundo, que el malestar se dispara, que aumentan los suicidios, que el coeficiente intelectual de los jóvenes baja en lugar de ir mejorando, que los jóvenes no son felices y que el estrés laboral se dispara. ¿Es cierto tal cúmulo de desgracias?

En los informes de organismos oficiales o fundaciones sobre el estado de la salud mental parecen obligados a ser alarmistas. Si no se dice que la situación es grave, no captas la atención de los medios. Si no demuestras en cifras que hay un problema psicológico grave, será difícil conseguir dinero para investigarlo o para atenderlo.

Los investigadores en salud mental tienen que competir con los otros defendiendo que “su” problema es el más grave de todos. También se ha puesto de moda buscar toxicidad. Personas tóxicas, relaciones tóxicas, hábitos tóxicos. Y la tecnología es lo más tóxico: los avances tecnológicos producidos por el ingenio humano se convierten en siniestras amenazas para la salud mental en cuanto aparecen.

Además, las causas de los problemas psicológicos aparecen fuera del control de las personas que los sufren. Muchos de estos problemas son producto de situaciones sociales que los afectados no pueden cambiar a menos que la administración no tome medidas, o bien dependen de causas genéticas o de rasgos de personalidad estables o de traumas del pasado. O sea que, en Mordor, las personas sufren problemas de salud mental y no pueden hacer nada por evitarlo.

 Yo estoy perplejo ante el auge simultáneo de la Psicología Wonderland y la Psicología Modor, cuando más se habla de bienestar emocional, de sanación, de crecimiento personal, peor estamos. Y entremedio la investigación científica en Psicología, la seria, pasa desapercibida por aburrida y demasiado tediosa y porque siempre acaba en la frase fatídica de “depende del contexto”.

En la Psicología del siglo XXI coexisten dos tendencias: la Psicología de Wonderland que anhela la felicidad y la Psicología de Mordor que anuncia la catástrofe.

La Psicología de Wonderland promete que todo será maravilloso en la mente porque cree que la solución al sufrimiento está en el interior de la persona, en su mente. Y la Psicología de Mordor, que sostiene que todo está mal en el mundo real, cree que la solución al sufrimiento está fuera del individuo, en la estructura sociedad y en los gobiernos. ¿Es posible hallar algo de luz en esta pugna entre visiones irreconciliables? Yo creo que sí, si reivindicamos el rigor del método científico. Vamos a verlo.

Una introducción al método científico en psicología

Para vindicar la esencia del rigor metodológico en Psicología, me voy a tomar la libertad de rememorar mis comienzos como profesor en la UAB y cómo aprendí algunas cosas importantes sobre método científico, recordando la actividad académica en la UAB del Profesor Ramón Bayés, fallecido recientemente.

Ramon Bayés, publicó en 1974 Una introducción al método científico en psicología en la Editorial Fontanella. En esos años a duras penas la psicología era conocida y menos como una disciplina científica, fue un libro innovador y revolucionario que escandalizaba, y mucho, a los que consideraban la psicología como una rama de la filosofía humanista. Por cierto, fue un libro que tuve que estudiar para aprobar las asignaturas de Ramón Bayés cuando yo estudiaba Psicología y se daban las clases en el Hospital de Sant Pau de Barcelona

Una Introducción al método científico en Psicología fue publicado por primera vez en 1974 y ha tenido al menos 7 reediciones, la última 30 años después de su primera edición.

Más tarde, alrededor de 1983, Ramón Bayes ya era catedrático de Psicología y yo un PNN (profesor no numerario) que con mi tesis ya leída esperaba una oportunidad para conseguir una plaza fija y empezaba a desarrollar mi línea de investigación en el Laboratorio de Conducta de la UAB.  

Ramon impartía unas clases a estudiantes de último curso de Psicología sobre Psicología Experimental y sus estudiantes tenían que elaborar un proyecto de investigación sobre áreas límite de la psicología, temas fronterizos, poco estudiados o interdisciplinares como, por ejemplo, el efecto placebo o el condicionamiento pavloviano de las plantas, y al final de curso hacían una especie de simposio aportando sus conclusiones. Se suponía que la mejor manera de aprender metodología de la investigación era haciendo una investigación (aunque sea en forma de proyecto).

Durante un tiempo Ramon animó a sus estudiantes a hacer experimentos sobre fenómenos paranormales. La mayoría de esos proyectos quedaban en eso, un proyecto, pero algunos grupos más animosos y decididos llegaban a realizar el experimento programado y recoger datos. A veces obtenían permiso para usar las instalaciones del Laboratorio de Conducta. Estos estudiantes de licenciatura (ahora se diría grado) un poco ingenuos con sus proyectos de parapsicología nos hacían gracia a los jóvenes profesores (unos pocos años mayores que ellos) que estábamos investigando “cosas serias” como el aprendizaje, el miedo, la ansiedad, las adicciones, el desarrollo del lenguaje o el aprendizaje motor.

Creo recordar, aunque la memoria es muy traicionera, que un grupo quiso comprobar si había telepatía entre hermanos gemelos idénticos. Mientras a un gemelo se le iban mostrando cartas Zener (3) al azar, el otro gemelo, sin contacto visual, tenía que señalar qué carta estaba viendo su hermano. En este caso el porcentaje de acierto por puro azar sería del 20%. También me acuerdo de otro experimento en que los estudiantes contactaron con un curandero que imponía las manos a personas enfermas. La prueba consistía en que el curandero impusiera las manos a una voluntaria, pero en la espalda y sin tocarla. Es decir que el sujeto experimental no sabía cuándo el curandero estaba haciendo su ritual y cuando no. Simultáneamente, y en eso les ayudé, registraban algunas constantes fisiológicas como la frecuencia cardíaca o la conductancia de la piel. Se trataba de descubrir si la imposición de manos en si misma tenía algún efecto físico, objetivo y observable, y que no pudiera ser explicado científicamente.

Bueno ¿a dónde quiero llegar? Pues, aunque parezca trivial, ese ejercicio iba dirigido a la médula del método científico. El grupo de estudiantes podía tener diversas actitudes frente a la parapsicología, a algunos les podría parecer una tontería, a otros que era algo cierto y otros podrían dudar y pensar que “Algo hay”. Pero eso no importaba, repito esas diferentes actitudes no importaban, y no influían porque los estudiantes se tenían que poner de acuerdo en qué resultado observable por todos ellos se tenía que producir para llegar a la conclusión que se había producido un hecho paranormal. ¿Cuántos aciertos en las cartas Zener son necesarios para considerar que ha habido telepatía? O ¿Qué porcentaje de variación de las constates fisiológicas se tiene que producir para considerar que la imposición de manos tiene efecto? Si previamente se ha consensuado a que conclusión se llegará en función del resultado que se obtenga, cuando se recojan los datos no habrá discusión. Esta es la esencia de la metodología científica: un procedimiento común (por eso se habla de “comunidad” científica) y respeto a las evidencias objetivas que no dependen de percepciones subjetivas.

Ni que decir tiene que, por lo que yo sé, ningún experimento llegó a demostrar la existencia de un fenómeno paranormal (4). Pero los estudiantes aprendieron a trasformar una idea en una pregunta y a saber consensuar qué evidencias son las requeridas para dar una respuesta clara a esa pregunta. Es decir, respeto por los datos, poner los datos por encima de las opiniones propias. Este respeto por los datos es lo que echo en falta tanto en la Psicología de Wonderland como en la de Mordor. Vamos a profundizar en el respeto por los datos.

Tres principios de la metodología científica en Ciencias del Comportamiento

Yo creo que para que Psicología de Wonderland y la de Mordor pudiesen dialogar, cosa muy improbable, necesitarían compartir el respeto a los datos, no confundir los deseos con realidades y ser prudentes con los juicios de valor.

El respeto a los datos

En la metodología actual hay un exceso de sofisticación estadística que hace difícil reconocer los efectos reales. Hay demasiadas correlaciones que no implican relación causal, efectos significativos pero que son minúsculos y estudios trasversales en los que las variables independientes explican tan solo una pequeña parte de la variabilidad de los datos. Abundan los estudios sin grupo control. Ni que decir tiene que en muchas ocasiones se usan artimañas como seleccionar grupos extremos (el 5% por superior, frente al 5% inferior) para comprobar efectos inexistentes en el conjunto de la muestra (5)

Si torturas lo suficiente a tus datos, estos te confesarán lo que quieras

Frase atribuida a Ronald Coase 81910-2013), Premio Nobel de Economía.

No confundir los deseos del investigador con la realidad de los datos.

La ciencia consiste es saber cómo es el mundo, no en demostrar que el mundo es como uno cree o, peor aún, empeñarse en que el mundo es como “debería” ser. Una de las causas de la tortura de los datos es que muchos científicos, sin reconocerlo explícitamente, no están interesados en cómo son las cosas o en cómo se comportan las otras personas, sino en confirmar sus propias creencias sobre el mundo y esto lleva a no aceptar los datos que no son los que se esperaban (6).  La prevención de esta falta de rigor es la transparencia y el consenso. Actualmente, por ejemplo, hay un registro internacional de experimentos en Psicología Social en los que se registran con antelación los experimentos que se van a realizar y se especifican qué resultados concretos ratificarían las hipótesis planteadas. Este registro previo evita que una vez hecho el experimento se retuerzan los resultados para conseguir que den la razón a unas hipótesis que en realidad no se han visto confirmadas.

La ciencia no hace juicios de valor, los científicos sí.

El método científico permite entender, explicar y predecir fenómenos naturales y sociales, pero no se dedica a juzgarlos. La ciencia no hace juicios de valor, la ciencia relaciona variables y descubre causas, pero no indica lo que es bueno o lo que es malo, eso es responsabilidad de los científicos, como personas que son. Por esto creo que no es bueno hablar de psicología positiva, como si fuese buena moralmente. De emociones positivas o negativas, o de emociones tóxicas. De capacidades “altas” o de personas “divergentes”. Todo eso son juicios de valor, legítimos, pero que no se derivan de la ciencia sino de la ética y de las normas sociales. Un rasgo de personalidad, una emoción, una acción, un hábito puede ser “bueno” o “malo” en función de la intensidad, frecuencia o contexto social. No podemos etiquetar de forma precipitada. Ramon Bayés insistía en que cada persona es única e irrepetible, que cada uno tiene su propia manera de actuar ante el entorno y que es difícil clasificar a las personas con etiquetas y categorías. Etiquetar es el primer paso de juzgar.

La dosis hace el veneno, pero también la medicina

Frase atribuida a Paracelso (1493-1541) , alquimista.

Esta frese del alquimista Paracelso viene a cuento: «La dosis hace el veneno, pero también la medicina.». La ciencia nos dice qué efectos tiene una sustancia según su dosis. Si nosotros queremos matar a alguien dosificaremos la sustancia como veneno y si queremos curar, la usaremos como medicina. La ciencia no tiene moral, pero el científico debe tenerla y no se puede escudar en los datos para defender sus principios éticos, porque los datos no tienen ética y las personas, sí (7).

En definitiva, no se puede extraer lecciones morales de los datos. No se pueden convertir los datos descriptivos (lo que pasa, lo que la gente hace), en datos prescriptivos (lo que debería ser, lo que la gente debería hacer). A la psicología de Wonderland habría que decirles que no se puede obligar a la gente a ser felices a la fuerza y a la de Mordor que no se puede prohibir cualquier circunstancia que produzca tristeza o frustración a alguien.

Conclusiones

En definitiva, nada de Psicología de Wonderland, ni de Mordor. Nada de ir a buscar los datos que confirmen tus creencias, expectativas o visión del mundo, nada de intentar convertir las descripciones de la conducta en prescripciones de lo que se debe hacer. Comprender, explicar y predecir el comportamiento humano es una tarea compleja que, en realidad, es necesariamente colectiva, producto del trabajo acumulativo de personas diversas y con ideas diferentes. El estudio del comportamiento humano necesita de la aportación de diferentes disciplinas y enfoques. De esta manera, actualmente, disponemos de un conglomerado complejo de causas biológicas, psicológicas y sociales que nos acercan a una comprensión, provisional, de las causas de las acciones humanas. El camino para ello es, sin excusa, respetar los datos, liberarse de prejuicios y asumir la responsabilidad ética de la investigación en todas sus fases.

Reconocimiento

Esta entrada del blog de Un celta entre Íberos, es un recuerdo y a la vez un homenaje, totalmente personal, a Ramón Bayés. Ramón Bayés, fallecido el 7 de agosto de 2025, fue profesor de Psicología Básica en la Universitat Autònoma de Barcelona durante más de 30 años. Fui alumno suyo y después fuimos compañeros en el área de Psicología Básica de la UAB. Durante esos años destacó por una defensa sin fisuras del método científico en Psicología, de una curiosidad científica insaciable buscado siempre nuevas, variadas y sorprendentes preguntas en las fronteras de la Psicología y formó parte de esos catedráticos de la transición que se esforzaron en desmotar el sistema autoritario que regía hasta entonces, en el que los catedráticos eran unos pequeños señores feudales.  Ramón siempre me apoyó, aunque no fue mi director de tesis, y me facilitó que pudiera tener mi propia línea de investigación y grupo sin pedir nunca contraprestaciones de lealtad, como era habitual en aquella época.  Cuando se jubiló en el año 2000, continuó activo reflexionando sobre el sufrimiento y el final de la vida.

Notas

1.- Ver: Usos y abusos de la palabra emoción en el lenguaje cotidiano

2.- Al amparo de la Psicología Positiva resucitaron los cursos de Dale Carnegie. Dale Carnegie (1988-1955) publicó en 1936 el libro Cómo hacer amigos e influir en la gente que fue un best-seller y que aún hoy en día es un éxito de ventas. Dale Carnegie consiguió hacerse millonario en el primer tercio del siglo XX gracias a vender cursos a distancia sobre relaciones humanas y comunicación dirigidos a vendedores, empresarios y ejecutivos. La idea era utilizar principios psicológicos elementales para utilizarlos en beneficio propio y hacerse rico. Este enfoque utilitarista de una psicología simple basada en el sentido común fue criticado por los psicólogos sociales científicos de los años 50 y 60, pero en los 90 volvió a prender con fuerza. Para valorar la calaña de Dale Carnegie, tan sólo un detalle: el nombre de su madre era Carnegey, pero se lo cambió a Carnegie. ¿A qué se debió el cambio? Pues probablemente a que Andrew Carnegie fue un reputado empresario de la época que además fue un gran filántropo que, entre otras cosas, fundó la Universidad Carnegie Mellon. Puro marketing.

3.- Las cartas Zener son juegos de cartas con 5 símbolos diferentes: un cuadrado, círculo, estrella, cruz y líneas onduladas. Fueron utilizadas en los años 50 del siglo XX en estudios de Parapsicología, sobre todo en los llevados a cabo por el ejército de EEUU en su búsqueda de un sistema de comunicación que no pudiera ser interceptado por los rusos.

4.- En la biblioteca de la UAB aún se pueden encontrar las actas de esos simposios sobre temas límites de la Psicología que los alumnos de Ramon Bayés realizaban cada final de curso.

5.- Para este punto recomiendo el libro de Tim Harford: 10 reglas para comprender el mundo. Un libro sobre números y metodología que se entiende perfectamente y desenmascara las martingalas y engaños estadísticos.

6.- En algunas disciplinas científicas se ha visto este sesgo con una claridad meridiana y éste el caso, por ejemplo, de la Antropología. En este sentido recomiendo el libro de Albert Sánchez Piño: Les tenebres del cor, en el que se explican las andanzas de diversos antropólogos occidentales entre 1868 y 1996 que intentanmdo hacer un estudio objetivo y distanciados de los mal llamados “pigmeos”, consiguieron más bien retratarse a ellos mismos con sus prjucios y sus valores éticos.

7.- El filósofo escocés David Hume (1711-1776) dijo que el hecho que las cosas sean de una determinada manera en la naturaleza no implica que deban ser así en un sentido moral y defendía que la razón permite conocer el mejor camino para llegar a una meta, pero que las metas dependen de la moral y no de la razón. Pensemos en el cambio climático, la ciencia constata que existe y que la causa es la actividad humana, y las personas deciden en función de su propia ética qué futuro quieren para el planeta.

18 respuestas

  1. Avatar de maia

    Felicitats per aquesta entrada tan inspiradora, m’ha agradat molt llegir-la.

    Quan dius: No hay emociones buenas o malas, ni positivas o negativas, m’ha vingut de gust matisar-ho una mica. Crec, com tu, que les emocions no són bones ni dolentes en si mateixes, perquè totes tenen un sentit i una funció. Ara bé, segons com les vivim i en quin moment apareixen, les podem percebre com a positives o negatives. La por o la vergonya, per exemple, tot i que ens fan sentir incòmodes, poden ser molt útils perquè ens protegeixen o ens orienten. I, al contrari, emocions agradables com l’eufòria poden acabar jugant-nos una mala passada si ens porten a l’excés.

    Per això aquella frase m’ha sorprès una mica, perquè al llarg del text expliques molt bé aquesta complexitat.

    1. Avatar de Jordi Fernández-Castro
      Jordi Fernández-Castro

      Maia,
      Sí aquest és el problema, quan posem context: qui?, com?, quan?, amb qui? podem valorar els comportaments i decidir si són benèfics o perjudicials. El problema són el consells d’autoajuda sense context. «Estima’t a tu mateix», «Si vols, pots» sense context estan buits.
      Una abraçada.

  2. Avatar de Alberto Fernández-Teruel
    Alberto Fernández-Teruel

    Hola, Jordi. Muchas gracias por la «puesta-en-su-sitio» de la Psicología científica vs. la «charlatana». Creo que nunca serán suficientes los esfuerzos didácticos en este sentido. Y gracias por el homenaje a Ramón Bayés. No hay un solo punto de todo lo que has escrito en que no esté de acuerdo contigo respecto a él y sus aportaciones.
    A propósito, yo soy co-autor de los dos trabajos de investigación (metodológicamente serios) de laboratorio de «Parapsicología» que mencionas. Los escribí yo, a medias con Ramón Bayés, y los publicamos (a finales años 80) con Ramón y el resto de coautores en la revista «PSI-COMUNICACIÓN», editada por la Sociedad Española de Parapsicología. Todo lo que dices sobre los resultados de estos dos trabajos es esencialmente cierto.

    1. Avatar de Jordi Fernández-Castro
      Jordi Fernández-Castro

      Alberto, no tenía ni idea que tu eras unos de esos chalados de la parapsicología. Me alivia que me valides los recuerdos, porque ya sabes que eso de hacer memoria es muy peligroso. He podido hablar con otro «parapsicólogo aficionado» de esa época, Paco Claro. También lo recuerda con cariño y nostalgia.

  3. Avatar de Jose María Aguirre Fdez. de Arroyabe
    Jose María Aguirre Fdez. de Arroyabe

    Enhorabuena profesor, Jordi, por esta magnifica lección, que he leído con sumo gusto.

    1. Avatar de Jordi Fernández-Castro
      Jordi Fernández-Castro

      Querido José María. Pues espero que te haya gustado. Creo que no conociste a Ramon Bayés, si le hubieses tratado habríais conectado en el primer minuto.

  4. Avatar de Joan

    Jordi, sempre dones en el clau en temes tant actuals com candents. Gràcies per aquesta reflexió tan oportuna i amb una dedicatòria a un pioner de la nostre Psicologia i de aplicar el rigor científic en totes les preguntes que ens podem fer sobre el nostre àmbit de coneixement donan cos a la nostre disciplina perque no caigui en el populisme i en rel regne del populisme i influencers sense fonament.
    Gràcies.

    1. Avatar de Jordi Fernández-Castro
      Jordi Fernández-Castro

      Joan, moltes gràcies per llegir aquests posts i pels ànims.

  5. Avatar de Antonio Andres Pueyo

    Muy buena reflexión y además perfectamente «adecuada» al perfil académico y personal del Dr. Bayes y su memoria. Comparto todas tus afirmaciones y no solo por ser de la misma generación de profesores universitarios, sino por la verdad que esconden. No quiero ser auto-reflexivo (ya estamos ambos en el horizonte o la situación de jubilación) sobre si nuestra labor ha tenido el mismo efecto que la del Dr. Bayes en formar a nuestros estudiantes de Psicología en la ortodoxia metodológica. Solo destacar una evidencia para pensar: el Dr. Bayes siempre fue un psicólogo «clínico» reconocido (así pasará a nuestra historia local), pero era catedrático de Psicología Básica. Aquí radica en parte el argumento central de este post… la Psicología, para ser una ciencia, tiene que seguir el método científico. Cualquier aplicación a la realidad social de la Psicología debe hacerse desde esta perspectiva científica.

    1. Avatar de Jordi Fernández-Castro
      Jordi Fernández-Castro

      Antonio, muchas gracias por tus palabras. Efectivamente nuestra generación, creo, estuvo comprometida en conjugar la Psicología básica con la aplicada, defendiendo que tanto la metodología científica como el compromiso ético concernía a ambas. Un saludo.

  6. Avatar de María Angels
    María Angels

    Jordi, m’he oblidat d’homenatjar al nostre estimat i savi amic Ramon Bayès. Ho faig ara amb tot el gran respecte i estima que mereix

    1. Avatar de Jordi Fernández-Castro
      Jordi Fernández-Castro

      I tant!

  7. Avatar de Joan Palmi

    Hola Jordi,
    Quin plaer llegir el teu escrit on fas una reflexió de la psicologia actual i recordes i homenatges l’estil de l’estimat i respectat professor Ramon Bayés. Gràcies al teu text he recordat amb plaer i orgull els anys viscuts com estudiant a la UAB. Gràcies !!

    1. Avatar de Jordi Fernández-Castro
      Jordi Fernández-Castro

      Joan,
      Gràcies a tu pel comentari. Efectivament, la Psicologia actual és filla tant dels encerts com dels errors de la feina pionera de les generacions anteriors.
      Una abraçada.

  8. Avatar de María Sánchez
    María Sánchez

    No puedo estar más de acuerdo en todo. ¿Será porque pertenecemos a la misma generación?
    Me he «retirado» completamente de la psicología pero hago dos excepcioenes: tu y Esteve Freixa
    Un abrazo

    1. Avatar de Jordi Fernández-Castro
      Jordi Fernández-Castro

      María, Sí claro somos de la misma generación. Es normal que todo cambie, pero como decía Ramón la ciencia es acumulativa, es decir las novedades mejoran lo antiguo. Quiero creer que es así.

  9. Avatar de ANTONIO TANARRO APARICIO
    ANTONIO TANARRO APARICIO

    Jordi: Una vez más, muchas gracias por tus lecciones y por este artículo en particular.
    Cuando me tocaba, en la duda, no me decidí por la psicología. Ya estaba encarrilado en otra dirección. Por eso no tengo el nivel académico que requeriría conocer todo aquello en lo que te apoyas o mencionas. Es decir que no llego ni al nivel de alumno principiante.
    No obstante, me encanta descubrir el paralelismo de lo que dices con lo que interpreto en la vida real. Lo «erudito» se encuentra en el andar por casa.
    Buscar, escuchar, mirar,… para encontrar los «datos» y tener un criterio propio en lugar de retorcer la realidad para tener razón o reforzar la idea previa.
    Por otra parte, este artículo me ha recordado a un amigo y compañero que en medio de un tratamiento antiviral durísimo, a vida o muerte, se lamentaba de que le exigían que fuera positivo porque era clave para el resultado. Él, en los momentos peores, cuando se veía morir y le invadía el desánimo, además, se sentía culpable y responsable ante su familia por no ser capaz de «positividad».
    No sé si esto tiene que ver con Wonderland pero creo que no tenemos todo en nuestras manos aunque hay que actuar como si lo tuviéramos a sabiendas de que no es así.
    Muchas gracias y disculpa si no aprovecho totalmente la lección. Un abrazo.

    1. Avatar de Jordi Fernández-Castro
      Jordi Fernández-Castro

      Antonio,
      Muchas gracias por tus comentarios. Y especialmente si hablas desde «fuera» de la Psicología, porque los psicólogos, cuando hablamos entre nosotros, utilizamos argot y nos complacemos en nuestros mantras particulares de la profesión. Efectivamente, pones un ejemplo clásico de la Piscología Wonderland, poner la responsabilidad del estado de ánimo en el propio sujeto: es el «ánimate» o el «se positivo». Cuando alguien sufre y tiene miedo, como es el caso de las personas con enfermedades avanzadas, se vuelve vulnerable y es capaz de creerse cualquier cosa para sentirse mejor, especialmente fantasías y curas milagrosas. Cuando la dura realidad se impone, en muchas ocasiones, se buscan culpables, por ejemplo: los médicos que me han cuidado, los que no me avisaron a tiempo o yo mismo que no me cuidé. El trabajo de los psicólogos clínicos profesionales no es como el de los coach que aplican recetas genéricas, si no que analizan la situación y el contexto de cada persona para darle un apoyo personalizado.
      Un abrazo,

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