El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. Esta frase la pronunció un Lord inglés en el siglo XIX y se convirtió en un lema anarquista en el siglo XX. Pero en el siglo XXI se ha abierto paso una idea distinta, que consiste en ver al poder como una posición de privilegio que atrae a los narcisistas, megalómanos, corruptos y mentirosos como la miel a las moscas. Pero no veamos este asalto al poder como un problema exclusivo de la política, en las empresas también se ha constatado que los mentirosos y maquiavélicos consiguen más fácilmente escalar en el escalafón de una corporación. ¿La economía y la política está en manos de psicópatas? ¿Nos tenemos que preocupar? ¿Qué se puede hacer? Vamos a verlo.
Psicópatas
La psicopatía es una alteración del comportamiento perfectamente descrita en Psicología Clínica pero que, gracias a las producciones audiovisuales de ficción, tienen una imagen popular profundamente distorsionada, un psicópata no es necesariamente un asesino en serie calculador, perfeccionista y despiadado. En 1941, el psiquiatra americano Hervey M. Cleckley vio a la psicopatía como una máscara que algunas personas usan para aparentar salud mental y describió a las personas con psicopatía como amables y espontáneos en su comportamiento social externo; a la vez que impulsivos, arrogantes, dominantes, mentirosos y promiscuos que sólo son capaces de experimentar emociones superficiales y son manipuladores en sus relaciones sociales (1). A partir de 1970, el psicólogo canadiense Robert Hare (2) se convirtió en una referencia mundial en el estudio de la psicopatía humana y estableció que la psicopatía tiene 4 facetas, la primera es la interpersonal e incluye ser manipulador, megalómano, parlanchín y embaucador; la segunda es la afectiva que incluye ausencia de sentimientos de culpa y baja empatía e indiferencia hacia el dolor ajeno. La tercera faceta se refiere al comportamiento y se caracteriza por la impulsividad y por un estilo de vida errático y parasitario y la cuarta es la antisocial, fundamentalmente, cometer delitos y meterse en líos.
Para diagnosticar la psicopatía profesionalmente existe un procedimiento que especifica 20 aspectos diferentes que se pueden puntuar como 0, 1 o 2 y si la suma es igual o superior a 30 se diagnostica psicopatía. No es necesario puntuar en todos los aspectos, con llegar a 30 es suficiente. Lo que sucede es que algunas personas llegan a esos 30 puntos fatídicos en unos aspectos, punteando cero en el resto y en otras personas puede pasar al revés. Por ello, de hecho, puede haber psicópatas muy distintos entre ellos; por ejemplo, a parte del asesino calculador de las películas (extremadamente minoritario), podemos encontramos al estafador, que no utiliza la violencia sino el engaño para quedarse con el dinero de los demás, al pequeño delincuente reincidente incapaz de aprender de sus errores y de prever las consecuencias de sus actos o la persona de negocios extremadamente calculadora, siempre al filo de lo legal, cuyo único interés es su máximo lucro sin preocuparse de lo que pase con el resto de personas involucradas en sus negocios. Todos tienen en común la falta de empatía, pero son perfiles muy distintos. Los psicópatas pueden ser violentos, pero no todos lo son. Algunos psicópatas actúan sin pensar, otros planifican detalladamente. Muchas veces los psicópatas comenten delitos y se pasan media vida en la cárcel, pero otros se adaptan y se ganan la vida trabajando o viviendo del cuento (3).
Sin embargo, por suerte, los psicópatas no pasan de ser el 1,5% de la población general. Entre la población reclusa el porcentaje de psicópatas llega hasta el 20%, esto quiere decir que, aunque los psicópatas abunden entre las personas que han cometido delitos, la mayoría de las delincuentes no son psicópatas (4). Pero no todos los psicópatas acaban en prisión, como hemos visto hay muchos perfiles. En un conocido estudio en el que participó el propio Hare, se halló que entre los altos directivos de grandes empresas hay un 3,9% de directivos psicópatas, no es el 20% de las prisiones, pero es 2,6 veces más que en la población general (5). Es para preocuparse, pero no para pensar que todos los directivos sean mentirosos y calculadores.
Es muy importante insistir en que los psicópatas tienen una alteración afectiva que es la frialdad ante los sentimientos ajenos y otra alteración de carácter social que es la capacidad de manipular a los otros, pero no tienen alteración cognitiva alguna, no tienen una visión distorsionada de la realidad, aunque sean megalómanos. Distinguen el bien y del mal, pero lo que pasa es que no les importa hacer el mal, saben que lo reprueba la sociedad, pero son incapaces de sentir culpa. Los psicópatas tienen alteradas algunas áreas del cerebro responsables de las respuestas emocionales y en la toma de decisiones, tienen un cerebro que examina los dilemas morales de forma fría y considerando exclusivamente su propio interés (6).
Es difícil tratar la psicopatía porque es un rasgo de personalidad permanente, sin embargo, puede aprender lo que se considera bueno o malo socialmente y adaptarse a las normas, para evitar el castigo. Un psicópata puede aprender a portarse bien para evitar el castigo, aunque nunca entenderá porqué es importante hacer el bien.
La tríada oscura: narcisismo, maquiavelismo y psicopatía.
En el estudio que acabamos de citar sobre el grado de psicópatas en grandes empresas dije que se había detectado un 3,9%. Este porcentaje corresponde a las personas que superaron el punto de corte de 30 puntos al que también nos hemos referido ¿Y el resto? Un 80 por ciento de las personas tuvieron una puntuación de 3 o menos, o sea no tenían nada de psicópatas, pero el resto, o sea el 16,1%, tenía una puntuación entre 4 y 29 es decir que manifestaban diversos grados de psicopatía. Esto llevó al psicólogo canadiense Delroy L. Paulus a identificar junto con Kevin Williams lo que llamaron la tríada oscura (7), constituida por narcicismo, maquiavelismo y psicopatía. Observaron que existe un cierto grupo de personas que, sin llegar a tener un grado de psicopatía alto, tenían algunos de sus rasgos acompañados de narcicismo, es decir una autoestima exagerada y maquiavelismo que es la tendencia a manipular a la gente para conseguir sus fines sin reparar en nada: adulando, engañando o mintiendo. Se ha podido demostrar que los empleados narcisistas y maquiavélicos llegan antes a los cargos directivos en el mundo de la empresa (8) y también el grado de narcisismo entre las personas que se dedican a la política o se quieren dedicar a esta actividad profesionalmente es mayor que en la población general (9). Según el Dr. Kevin Dutton, investigador de la Universidad de Oxford, las diez profesiones con más psicópatas son los directores ejecutivos, abogados, personalidades de radio y televisión, vendedores, cirujanos, periodistas, agentes de policía, miembros del clero, chefs y funcionarios públicos. En mi opinión, puede hacer más daño a la sociedad un grupo amplio de un 16% de personas con sólo algunos rasgos de narcicismo y que un reducido 3,9% de psicópatas declarados, especialmente porque estos últimos llegan antes a crear conflictos y ser desenmascarados.

Los cómplices de los psicópatas.
Recordemos la primera definición de psicopática la definía como una máscara. Los psicópatas, narcisistas y maquiavélicos son simpáticos encantadores y caen bien, por lo que el ascenso de este tipo de personas puede ser facilitadas por actitudes de generalizadas entre el resto de las personas que son embaucados por narcisistas simpaticos
Gerben van Kleef y un grupo de colaboradores de la Universidad de Amsterdam publicaron un curioso estudio de psicología social en el que se demostraba que, en el fondo, se llega admirar al tramposo (10). En una serie de ingeniosos experimentos los participantes observaban y valoraban el comportamiento de personas que cometían infracciones como tirar porquería al suelo, poner los pies en las sillas de un lugar público o no devolver los libros a una biblioteca. Estas personas en realidad eran actores contratados por los experimentadores. Los resultados indicados que los infractores provocaban desaprobación en los espectadores, pero, a la vez, se les percibía como más poderosos que los que complican las normas. Esto lleva a una inquietante conclusión, no es que cuando se tiene poder se tenga la tentación de no cumplir las normas, sino que se cree que el no cumplir las normas es un signo de poder. Por otro lado, algunos rasgos de los narcisistas y manipuladores no son ni más ni menos que casos extremos de rasgos útiles para los grupos como la confianza extrema y la determinación en conseguir objetivos.
Pero no todo son malas noticias, Gregorios Lamprinakos de la Universidad de Birmingham, al frente de un equipo de internacional (11) comprobó que efectivamente cuando una persona se cree con poder se siente más inclinada a mentir o a hacer trampas, pero solo si previamente ya tenían una actitud favorable hacia el engaño. De hecho, cuando las personas contrarias a la mentira y al engaño se sienten con más poder, mienten incluso menos que cuando no tenían poder.
Aquí vemos una interacción muy interesante la mentira y el engaño es el producto de tener el poder, conjuntamente con una tendencia personal hacia el engaño. Es una interacción entre la personalidad y las circunstancias.
¿Qué hacer?
Bueno, la primera acción es ser sensible al problema y mejorar el conocimiento sobre la detección de la psicopatía en los procesos de selección de personal para evitar contratar a personas con estos rasgos.
Sin embargo, detectar y no contratar psicópatas no es la única vía. Esto eliminaría el pequeño porcentaje de psicópatas que tienen realmente un trastorno. Pero no es tan fácil eliminar a ese 16% de personas narcisistas y maquiavélicas con diferentes grados de psicopatía que no llegan a ser casos clínicos. Ante todo, porque son buenos simuladores y saben engañar y, luego, porque estas personas generan problemas cuando tienen ocasión, cuando han llegado a tener poder, no necesariamente antes. Pueden ser excelentes subordinados que se destapan cuando tienen poder de decisión.
Según Brian Klaas de la University College de Londres (12), la solución es la transparencia. Según Klass, la historia nos ha enseñado consistentemente que las personas que saben que están siendo vigiladas se comportan mejor. En las organizaciones empresariales, administrativas y políticas actuales los trabajadores son examinados, evaluados y escrutados exhaustivamente, pero no es así con los cargos directivos. Resulta que las personas más vigiladas en las empresas suelen ser aquellas que tienen menos probabilidades de causar daños graves. Sin embargo, las salas de juntas permanecen opacas.

En conclusión
Es posible que el poder corrompa, pero lo más preocupante es que los puestos de poder atraen irresistiblemente a individuos maquiavélicos, narcisistas y manipuladores. Aún peor es que los líderes megalómanos, que muestran una confianza infinita en sí mismos, son aplaudidos y admirados. Sin duda, el mundo sería un lugar mejor si las personas en posiciones de liderazgo actuaran con la conciencia de que cada uno de sus movimientos y decisiones está siendo minuciosamente examinado.
Reconocimiento:
Una versión previa de este artículo fue publicada el 12 de eneor de 2025.
Notas:
1.- Cleckley, H. (1941). The mask of sanity (5th ed.). Mosby.
2.- R. Hare 1970: Psychopathy: theory and research. New York: John Wiley
3.- Torrubia Beltri, R., & Cuquerella Fuentes, À. (2008). Psicopatía: una entidad clínica controvertida pero necesaria en psiquiatría forense. Revista Española de Medicina Legal, 34(1), 25–35. https://doi.org/10.1016/S0377-4732(08)70023-3
4,.- Tobeña, A. (2017). Neurología de la maldad. Barcelona: Plataforma Editorial,
5.- Babiak P, Neumann CS, Hare RD. Corporate psychopathy: Talking the walk. Behav Sci Law. 2010 Mar-Apr;28(2):174-93. doi: 10.1002/bsl.925. PMID: 20422644.
6.- Tobeña, A. (2017). Neurología de la maldad. Plataforma Editorial.
7.- Paulhus, D.L., & Williams, K. (2002). The Dark Triad of personality: Narcissism, Machiavellianism, and psychopathy. Journal of Research in Personality, 36, 556-568
8.- P. Rovelli and C. Curnis. (2020). The perks of narcissism: Behaving like a star speeds up career advancement to the CEO position. The Leadership Quarterly, https://doi.org/10.1016/j.leaqua.2020.101489
9.- Tuba Sendinc, Peter K. Hatemi, Do we only have narcissists to choose from? Electoral Studies, Volume 86, 2023,102672, ISSN 0261-3794, https://doi.org/10.1016/j.electstud.2023.102672
10.- Van Kleef, G. A., Homan, A. C., Finkenauer, C., Gündemir, S., & Stamkou, E. (2011). Breaking the rules to rise to power: How norm violators gain power in the eyes of others. Social Psychological and Personality Science, 2(5), 500–507. https://doi.org/10.1177/1948550611398416
11.- Grigorios Lamprinakos, David Santos, Maria Stavraki, Pablo Briñol, Solon Magrizos, Richard E. Petty, Power can increase but also decrease cheating depending on what thoughts are validated, Journal of Experimental Social Psychology, 2024, 104578, ISSN 0022-1031.
12.- Why are so many bosses psychopaths? | Daily Mail Online
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