Los psicólogos saben que el pensamiento es una especie de torrente en marcha que nunca se para, que pasa de un tema a otro, que se transforma, pero, sin embargo, la Psicología científica ha desdeñado investigar en profundidad el curso del pensamiento libre, sin restricciones. Tradicionalmente, se ha estudiado el pensamiento – esa actividad interna en la que las ideas, las imágenes y los esquemas se crean, se relacionan y se organizan – en relación a tareas concretas como pueden ser resolver problemas, razonar, tomar decisiones o aprender cosas nuevas. Eso supone que el pensamiento, aunque sea una actividad privada que no se pueda observar directamente, serviría para realizar tareas cuyo resultado es objetivo y mesurable. Bajo este punto de vista, se consideraba el pensamiento espontáneo, el que vaga libremente sin un objetivo fijo, como “ruido mental” es decir una actividad sin significado, ni utilidad.

Pero a partir de 1997 esto cambió, Gordon L. Shulman identificó unas áreas del cerebro que se activaban precisamente cuando no se hacía nada y, en 2010, Markus E. Raichie las denominó Default Network, que en español puede ser algo así como Red por Defecto, es decir lo que se pone en marcha cuando no hay nada más importante que hacer. Estas áreas parecen implicadas en el recuerdo autobiográfico, en pensar sobre uno mismo, en reflejar el estado emocional del momento, en imaginar el futuro, en pensar sobre las ideas y emociones de otras personas y en la comprensión e interpretación de narraciones. Se descubrió también que disfunciones de esta red por defecto está implicada en diferentes trastornos, por ejemplo, en el caso del autismo las diferentes partes de esta red por defecto están poco conectadas entres si o, en el caso la esquizofrenia, esta red por defecto no se desactiva cuando se realiza una tarea, que es lo que se espera que ocurra, creando confusión mental. Aunque, hay que advertir que no está claro si estas disfunciones en redes cerebrales se pueden interpretar como causas o consecuencias de estos trastornos.

Para completar este panorama, en 2010 Matthew A. Killingsworth and Daniel T. Gilber publicaron en la prestigiosa revista Science un influyente estudio sobre lo que denominaron wandering mind, es decir la mente que vaga libremente, o dicho de otro modo que divaga. Consistió sencillamente en enviar un mensaje a los I-phone de una muestra amplia de personas de diferentes países, en diferentes momentos del día, preguntando qué estaban haciendo, en qué estaban pensando y si eran felices. Los resultados fueron muy claros: descubrieron que, aunque había actividades más placenteras que otras, las personas eran felices cuando estaban pensando en lo que estaban haciendo y eran infelices cuando hacían una cosa y estaban pensando en otra, aunque la actividad fuera agradable. Su conclusión es que una mente que divaga es una mente infeliz.

O sea que podemos clasificar el pensamiento humano como relacionado con las tareas y objetivos o simple divagación. La divagación se produce que se activan unas redes cerebrales identificadas y además divagar produce malestar. Parece como si divagar fuese lo contrario a la atención plena, la famosa mindfulness, que produce bienestar y paz. El resultado es contemplar el pensamiento espontáneo y la divagación como algo disfuncional que debamos rehuir, pero recientemente le han salido defensores a la divagación como la Dra Kalina Christoff, directora del Laboratorio de Neurociencia cognitiva del pensamiento de la Universidad de British Columbia.

Para la Dra. Christoff las cosas no son tan sencillas y, junto a un grupo de colaboradores, ha ofrecido un marco diferente para entender la divagación como pensamiento espontáneo, que ha desarrollado en una revisión crítica sobre la investigación de las bases neurológicas del pensamiento espontáneo titulada Dynamic Framework of Thought, que vamos a comentar.

En esta revisión resulta claro que no se puede simplificar y ver a la red por defecto como un todo compuesto por diferentes áreas asociado a una actividad mental homogénea. Por el contrario, la red por defecto está compuesta por diferentes sub sistemas que se activan, o no, en función de diferencias en la actividad mental, por ejemplo, no es lo mismo no estar haciendo nada, pero recordando hechos pasados, que estar dándole vueltas al estado emocional del momento. Parece claro que la red por defecto se activa cuando se desactiva la atención a estímulos externos, pero parece que algunas áreas implicadas en el control de la conducta en relación a objetivos están relacionadas también con la red por defecto. En definitiva, los datos de la investigación neurocognitiva sobre la relación entre la red por defecto y la divagación del pensamiento no son siempre coherentes.

En realidad, la divagación está mal definida porque se ha hecho exclusivamente por exclusión, se dice que divagar en no pensar en lo que se está haciendo, pero no queda claro lo que es, en si misma. Si la actividad mental no está bien definida será complicado relacionarla con la activación de partes concretas del cerebro. Cuando no se está pensado en una tarea concreta se puede dejar vagar la mente libremente o ésta puede quedar atrapada en rumiaciones que se repiten una y otra vez sin cambiar, estas dos actividades mentales son muy diferentes y no parece razonable ponerlas en la misma categoría y suponer que implican las mismas áreas cerebrales.

Además, como se indica en la revisión, otra fuente de confusión proviene de suponer que el pensamiento no relacionado con la tarea está controlado por hechos internos y el relacionado con la tarea, por estímulos externos. Christoff y sus colaboradores consideran que la relación con una tarea y el control interno o externo son dos dimensiones separables que se pueden combinar, por ejemplo si una persona cuando está en la ducha repasa las tareas laborales que tiene que realizar durante el día ese pensamiento está orientado a la tarea, pero controlado internamente. Si, por el contrario, esta montando un mueble de Ikea y está pensando los movimientos a realizar también está orientado a la tarea pero con un control de estímulos externos, que son las instrucciones y las piezas. Una persona podría estar conduciendo y pensando en diferentes cosas sin un orden, pasando de recuerdos a tareas que aún están pendientes, esto sería un pensamiento espontáneo controlado internamente y, aún más, también podría estar paseando por el bosque y , mientras camina por un sendero, sus pensamientos se podrían mover desde la grava del camino a una babosa que se arrastra por un tocón, y luego a una hoja flotando en un charco, esto sería pensamiento espontáneo, pero relacionado con estímulos externos.

El punto de vista expuesto en la revisión que estamos comentando parte de la idea que el pensamiento espontáneo es un estado mental o una secuencia de estados mentales que aparece relativamente libre debido a ausencias de restricciones de los contenidos de cada estado y de los cambios de un estado a otro. Además, hay dos maneras de restringir los contenidos y las transiciones del pensamiento espontáneo. Un tipo de restricción es flexible y deliberada y se implanta mediante el control cognitivo cuando se está realizando una tarea orientada a un objetivo. La otra restricción es automática, esta fuera del control cognitivo, y centra la atención es un conjunto restringido de la información seleccionado por su valor afectivo o por su notoriedad, como pasa cuando una preocupación se repite una y otra vez sin que haya voluntariedad en pensar en ella, o se repite una melodía pegadiza o se recuerda una imagen repugnante.

En a la figura se puede ver una adaptación libre de la propuesta de Christoff, como se puede ver, divagar o dejar vagar los pensamientos puede ser definido como un caso especial de pensamiento espontáneo junto con las ensoñaciones, los sueños, la imaginación y el pensamiento creativo.

Dentro del pensamiento dirigido a metas, es decir con restricciones deliberadas, está el relacionados con las tareas, ya esté controlado internamente (planes) o externamente (ejecución de la tarea). En referencia al pensamiento restringido axiomáticamente, aparecen las preocupaciones, las rumiaciones y los pensamientos obsesivos. 

Hay que destacar que estas restricciones no son de “de todo o nada” sino que consisten en unas dimensiones graduales que va desde la ausencia de restricción, hasta la restricción absoluta, pasando por todos los grados intermedios. Por ejemplo, dentro del pensamiento espontáneo la divagación parece tener menos restricciones que el pensamiento creativo o la imaginación que tienen algo de control deliberado. ero menos que hacer planes. Por otra parte, las ensoñaciones o los sueños son espontáneos pero puede estar afectados en algún manera por restricciones automáticas.

Se puede aplicar este esquema a la Patología viendo que la ansiedad y la depresión se caracterizan por restricciones automáticas (ansiedad al principio y depresión al final del proceso), el déficit de atención con hiperactividad como un defecto de restricciones, pocas restricciones, y demasiada varibilidad. Y en el caso de los trastornos psicóticos se da tanto exceso de restricciones como de variabilidad, simultáneamente

En conclusión, la propuesta de Christoff es que el pensamiento no se puede analizar sólo en función del contenido – ¿Qué se piensa? –  sino también en función de su dinámica – ¿Cómo se cambia de un pensamiento a otro? – William James describía estas propiedades del pensamiento recurriendo a una comparación con la actividad de los pájaros, a veces están posados en una rama (pensamiento fijado a algo) y a veces vuelan de una rama a otra (cambio del contenido del pensamiento).

De la misma manera que hay factores que restringen en la variabilidad del pensamiento, los automáticos y los deliberados, también existen factores que, cuando se acumulan, llevan a la variabilidad, como la monotonía, el aburrimiento o la fatiga.

Mi conclusión es que es esta propuesta de Christoff se parece mucho, posiblemente de manera involuntaria, a la categorización clásica de la conducta: conducta espontánea (como el juego o la exploración), la conducta controlada por estímulos (por ejemplo las respuestas miedo condicionado) y la conducta controlada por sus consecuencias como la conducta aprendida mediante premios y castigos.

O sea que el pensamiento puede vagar libremente, estar controlado por ciertos antecedentes (estímulos externos o recuerdos) o moldeado por sus consecuencias prácticas en función de las metas. Quizás la pregunta de si divagar nos hace felices o no, sea una mala pregunta. No se trata de saber si divagar hace feliz a la gente sino si cumple una función. Y parece que divagar tienen su sentido igual que curiosear o pasear sin rumbo, sirve para explorar, cambiar, fomentar la flexibilidad, hallar nuevas ideas, pasar de una tarea a otra y no quedarse atrapado en una sola cosa. Divagar es potencialmente útil, siempre y cuando se alterne con otros tipos de pensamiento. No parece una buena cosa estar todo el tiempo divagando, aunque es aconsejable divagar de vez en cuando, cuestión de equilibrio.

7 comentarios en “¿A dónde lleva dejar vagar el pensamiento libremente?

  1. Me ha gustado mucho el artículo. Creo que entiendo mejor lo bueno que tienen los » pensamientos sin orden». Felicidades, voy a divagar un rato. Pilar

  2. Entonces la propuesta budista/meditativa de estar presente en el momento y controlar la dispersión mental ,sería una forma de romper este equilibrio?

    1. La propuesta budista está en la línea del pensamiento espontáneo que es libre, centrado en el presente y no se aferra a nada en particular. Pero también con el pensamiento alineado, es decir centrado en un foco, que es de de lo que hablo con el pensamiento centrado en objetivos en el que las restricciones son deliberadas, flexibles y escogidas por la persona. Lo que es totalmente opuesto es al pensamiento con restricciones automáticas, rígidas y obsesivas. el pensamiento budista y otras corrientes filosóficas sostiene que hay un estado superior de la conciencia, libre de deseos, y de felicidad completa al que se llega con la práctica meditativa. Cuando hablo de equilibrio, mi humilde opinión es que no se trata para conseguir al felicidad de llegar a un estado superior sino en alternar de forma razonable actividades mundanas y materiales, con actividades más introspectivas.

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