La prestigiosa y reputada Britsh Psychological Society (BPS) ha publicado un documento informativo titulado Intervenciones psicológicas para ayudar a hombres adultos (1). Lo que vienen a decir este documento es que cuando se investiga la eficacia de las terapias psicológicas no se dan datos sobre si la eficacia es la misma para hombres que para mujeres y podría ser interesante averiguar si las terapias actuales se ajustan mejor a las mujeres o a los hombres.  Además, parece ser que a muchos hombres les importante si su terapeuta es un hombre o una mujer. Pero quizás lo más importante es que, aunque no esté aún estudiado en profundidad, algunos datos apuntan a que el formato terapéutico de hablar de los propios sentimientos cara a cara con el terapeuta es más fácil para las mujeres que para los hombres. Es más, algunas experiencias han demostrado que, en entornos pensados para acoger específicamente a hombres, éstos pueden expresarse con más comodidad. El hecho comprobado es que los hombres piden menos ayuda psicológica que las mujeres y la razón no es porque tengan menos problemas de salud mental. Por todo ello en ese documento de la BPS se ofrece una guía para ajustar las intervenciones psicológicas a los hombres.

Creo que este documento es muy importante, primero porque la BPS no puede ser catalogada ni de machista, ni de insensible a la perspectiva de género, tiene una sección dedicada a la igualdad de género activa y potente y una trayectoria impecable en este campo. Por lo tanto, si la BPS dice que hay que prestar atención a los hombres, hay que reflexionar sobre sus razones. Y, en segundo lugar, porque la American Psychological Association ya hizo una guía sobre terapias para niños y hombres en 2018 que fue ampliamente criticada tanto en los círculos de la propia Psicología, como en los medios de comunicación (2). Esta polémica experiencia americana sin duda ha influido en la guía británica que apunta de forma más madura y certera a los retos futuros de la mejora de la atención psicológica.

El punto crucial de dónde parte, en mi opinión, esta guía es que se ha constatado que los estereotipos de género representan una barrera a la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, perjudicando a las mujeres, pero a la vez, estos estereotipos de género tienen algunos efectos secundarios que perjudican precisamente a los hombres. El estereotipo de dominio, control y responsabilidad que hace preferir, de forma injustificada, a hombres para puestos directivos se vuelve contra los hombres cuando tienen problemas de salud mental. A los hombres, en general, les cuesta pedir ayuda, expresar debilidad y duda y se pueden sentir más culpables de sus propios problemas mentales y por lo tanto puede ser más difícil ayudarles en terapia.

La guía de la British Psychological Society de terapia para hombres.

La BPS intenta ofrecer orientación y guía a los psicólogos para adaptar su trabajo a los hombres, dejando muy claro que la guía se plantea más bien como un punto de partida que debe ser contrastado con los hechos. Vamos a echar un vistazo a las ideas más importantes que ofrece la BPS:

1.- Existen diferencias de género en la presentación de los problemas de salud mental. Por ejemplo, los hombres son más propensos que las mujeres a expresar su estado depresivo indirectamente; en forma de agresividad, asunción de riesgos, abuso de alcohol o sustancias y no por medios verbales directos. Hay una cierta preferencia masculina por la comunicación «hombro con hombro» en lugar de la comunicación «cara a cara» y este tipo de comunicación, basada en compartir actividades, puede utilizarse para fomentar conexiones terapéuticas más genuinas con hombres y niños

2.- El riesgo de suicidio es mayor en los hombres. Esto significa que se deben tener en cuenta los problemas potenciales específicos que subyacen a este mayor riesgo como pueden ser: (a) ruptura de relaciones, (b) ruptura familiar y pérdida de acceso a los hijos, (c) pérdida del empleo y (d) vergüenza por los fracasos y la pérdida de la capacidad de controlar los acontecimientos o atender a los seres queridos. Es importante que los psicólogos vayan más allá de la conversación y la expresión verbal del usuario masculino, ya que la vergüenza puede impedir que se revele todo el alcance de la situación.

3.- Puede decirse que los protocolos tradicionales en psicológica clínica y de asesoramiento se adaptan más a los estilos de comunicación femeninos que a los masculinos y podrían no funcionar tan bien para los hombres a largo plazo. Algunas investigaciones apuntan que las mujeres quieren hablar de sus sentimientos, mientras que los hombres, por término medio, prefieren «solucionar el problema». Si las terapias de conversación no son la única vía, habría que buscar otras formas de llegar a los hombres, sin esperar a que pidan ayuda. En este sentido, hay que tener presente que los hombres pueden preferir actividades en grupo orientadas a la acción, como la práctica de un deporte. En algunas ocasiones los hombres pueden preferir grupos masculinos a grupos mixtos, en los que les puede costar más expresarse. Los enfoques grupales y comunitarios en los que los hombres pueden identificarse con otros hombres pueden alentar la búsqueda de ayuda en lugar de disuadirla. Los enfoques orientados a la resolución de problemas y a la acción tendrán, en promedio, un mayor atractivo para los hombres.

4.- La terapia para hombres y niños, al igual que para cualquier grupo demográfico, debe basarse en la empatía y el respeto por la identidad del cliente dentro de la comunidad. Los modelos de terapia que adoptan una visión positiva y empática de la masculinidad son probablemente más atractivos y eficaces para los clientes masculinos que los modelos terapéuticos que propugnan que la masculinidad requiere reformas y cambios. Por estas razones, la BPS recomienda evitar los enfoques que vean a la masculinidad como negativa como los términos “masculinidad tóxica”, “masculinidad hegemónica” o “patriarcado”. Aunque estos términos describen comportamientos específicos, casi inevitablemente implican que todos los hombres son disfuncionales de alguna manera. El término “masculinidades» también puede ser problemático porque implica que la masculinidad es socialmente fluida. La BPS es partidaria de considerar que, aunque es poco probable que la masculinidad sea susceptible de cambio, las intervenciones psicológicas pueden ayudar a pueden ayudar a moldear la expresión de la masculinidad en términos de comportamientos positivos y prosociales. En definitiva, hay muchas formas de expresar la masculinidad, como con cualquier otra identidad. Por supuesto, la «masculinidad» en este contexto se debe basar en la propia experiencia del cliente, como en toda terapia.

5.- La relativa ausencia de terapeutas masculinos, así como de mentores y modelos para hombres y niños dentro de la cultura de la psicología y la atención profesional a la salud mental, en general, es una dificultad para mejorar la aceptación y los resultados de la terapia para hombres y niños.

Estos puntos son interesantes y llevan a revisar algunas de las prácticas actuales, pero creo que aún hay que ir un poco más allá en la reflexión sobre las diferencias entre hombres y mujeres y sobre la influencia de los estereotipos de género en los profesionales de ayuda.  Para ello, creo que hay dos puntos importantes: a) contemplar simultáneamente similitudes y diferencias y b) recordar que los psicólogos atienden a personas individuales.

Hombres y mujeres: diferencias y similitudes.

Si nos interesa valorar las diferencias entre hombres y mujeres, se debe reconocer que estas diferencias se basan en promedios y que los individuos de cualquier categoría varían a lo largo de un espectro. En algunos casos los promedios entre hombres y mujeres están muy alejados, como es el caso de los niveles de diferentes hormonas, por ejemplo, la testosterona. Pero en muchos otros pueden estar relativamente solapados; por ejemplo, el 10% de las mujeres con más fuerza relativa (Peso que pueden levantar en función de su peso corporal) superan al 10% de los hombres con menos fuerza relativa (3). Hay que recordar que estas medidas siguen una distribución en forma de campana de Gauss y que, aunque la media de hombres y mujeres sea diferente, la distribución de las puntuaciones de cada grupo puede estar más o menos solapada en función de qué dimensión estemos estudiando. La doctora Hyde de la Universidad de Wisconsin-Madison (Estados Unidos) hizo una minuciosa revisión de todos los estudios serios que han comparado hombres y mujeres en función de una gran cantidad de variables psicológicas que incluyen la inteligencia, las capacidades lingüísticas, las emociones, la comunicación, las relaciones sociales y muchas más (4). En esta investigación se calculó, para cada variable, el llamado índice d que mide el tamaño del efecto tomando los datos de todas las investigaciones en conjunto, es decir no se trata de ver solamente si hay diferencias entre hombres y mujeres, sino si estas diferencias son grandes o pequeñas. En la figura 1, se pueden ver las diferencias en autoestima entre hombres y mujeres, la media es más baja en las mujeres que en los hombres, pero la distancia entre medias es pequeña y en ambos casos hay mucha dispersión, es decir que las puntuaciones se distribuyen a lo largo de toda la escala, y el resultado es que la distribución de la autoestima entre hombres y mujeres prácticamente se solapan. Por lo tanto, se puede decir que hay diferencias en la media del grupo, pero no se puede predecir el grado de autoestima de una persona a partir de saber si es hombre o mujer.

Figura 1.- Diferencias en autoestima entre hombres y mujeres. Hay diferencias significativas entre las medias de los dos grupos, pero el tamaño de esta diferencia, medido por el índice d, es muy pequeño. Fuente: Hyde, 2005.

En la gran mayoría de las variables estudiadas se repetía este patrón, hay una diferencia entre hombres y mujeres, en un sentido o en otro, pero esta diferencia es tan pequeña que no se puede llegar a concluir nada claro sobre todas las mujeres o sobre todos los hombres. Sin embargo, hubo tres excepciones en la que las diferencias entre hombres y mujeres son bastante más claras, aunque no absolutas, y son: las aptitudes físicas (los chicos corren más rápido y tiran un peso más lejos que la chicas, con diferencia), la sexualidad (los chicos claramente se masturban más que las chicas) y la agresividad (los chicos son más agresivos); recordando, eso sí, que aunque haya diferencias entre las medias las distribuciones pueden estar solapadas.

Como he explicado en otra entrada de este blog, solemos categorizar a partir de las características más típicas de las personas (5). Es decir, el estereotipo de hombre o de mujer está formado por una persona ideal que tiene las características más distintivas de cada grupo. Pero no todos los hombres ni todas las mujeres son típicos ejemplos de su género. Por ejemplo, una mujer ingeniera, no es un caso típico, pero no es menos mujer que cualquier otra; o un hombre que sea maestro de educación infantil, no es típico, pero no deja de ser un hombre como cualquier otro. Por lo tanto, ningún individuo se define exclusivamente por su sexo o género.  

Los profesionales de la psicología atienden a personas individuales.

Siguiendo a mi admirado profesor Ramon Bayés (6), hay que insistir en que las intervenciones psicológicas tienen como finalidad la persona como individuo. Todas las intervenciones psicológicas deberían, ante todo, sintonizar con el mundo individual, único e irrepetible, del usuario, sin prejuzgar a una persona en función de ninguna categoría de identidad. El terapeuta se debe adaptar a las singularidades de la persona que atiende, si tiene dificultades para expresar sus sentimientos, buscar alternativas, si prefiere la acción, facilitársela, independiente de si es hombre o mujer. Esto es válido tanto para la terapia individual como en la terapia en grupo, en las terapias grupales cada individuo se personaliza en la interacción con los demás, no se acomoda al grupo. No se debe suponer que, si un usuario es un hombre, entonces no le gustará hablar directamente de sus sentimientos, así no trabaja la Psicología. Por lo tanto, no se puede reducir la persona al grupo social al que pertenece, porque el rasgo distintivo de las intervenciones psicológicas, ya sean individuales o en grupo, es partir de la aceptación de la personalidad individual de cada uno.

Los estereotipos intentan igualar a las personas dentro de un grupo, pero la realidad es que los individuos son muy diversos

Conclusión

Por eso la conclusión de esta entrada se podría redactar de dos maneras diferentes, veámoslas:

La BPS llama la atención sobre la necesidad de adaptar los protocolos terapéuticos a los hombres, así se podría atender mejor a los que tienen dificultades de expresar sentimientos y debilidades verbalmente.

Ahora vamos a decirlo de otra manera:

La BPS llama la atención sobre la necesidad de adaptar los protocolos terapéuticos a las personas que tienen dificultades de expresar sentimientos y debilidades verbalmente, así se podría atender mejor a muchos hombres.

Estas dos frases resumen del informe que hemos comentado son muy parecidas, pero tienen una pequeña diferencia que a mi entender es importante para no caer en estereotipos. Dejo al lector que saque sus propias conclusiones.

Agradecimientos

Agradezco a mis colegas Tomás Blasco y Guillermo Parra del Grupo de Investigación en Estrés y Salud de la UAB sus comentarios y sugerencias.

Notas

1. – El informe de la British Psychological Society se puede encontrar aquí:

https://www.bps.org.uk/news/new-bps-briefing-paper-practising-therapy-men

El Consejo General de la Psicología en España también se ha hecho eco de esta guía y se puede encontrar información aquí:

https://www.infocop.es/mejorar-la-eficacia-de-la-terapia-psicologica-en-clientes-masculinos/

2.- La guía de la American Psychological Association es:

APA (2018). APA Guidelines for Psychological Practice with Boys and Men. American Psychological Association. Que se puede descargar en:

http://doi.apa.org/get-pe-doi.cfm?doi=10.1037/e505472019-001

Algunas críticas a esta guía fueron:

Ferguson, C.J. (2023). The American psychological Association’s practice guidelines for men and boys: Are they hurting rather than helping male mental wellness? New Ideas in Psychology, 68, 100984. doi:10.1016/j.newideapsych.2022.100984

Whitley, R. (2019, 25 February). Why the APA Guidelines for Men’s Mental Health Are Misguided. [Blog post]. Psychology Today, que se puede descargar en: https://www.psychologytoday.com/gb/blog/talking-about-men/201902/why-the-apa-guidelinesmens-mental-health-are-misguided

3.- En esta WEB se explica muy bien:

4.- El estudio citado es éste: Hyde, J.S. (2005). The gender similarities hypothesis. American Psychologist, 60(6), 581–592. doi:10.1037/0003-066X.60.6.581

5.- Ver PROTOTIPOS MENTALES, O CÓMO HACER SIMPLE LA REALIDAD COMPLEJA.

6.- Ramon Bayés (2015). Reflexiones desnudas. Ágora de enfermeríaVol. 19, Nº. 1, págs. 22-25

6 comentarios en “Terapia para machotes sensibles

  1. Muy interesante aportación. Me quedo con que el psicólogo, con independencia del sexo-género, trata a personas con problemas de salud mental y debe hacerlo de forma individual o según la idiosincracia de la persona a tratar. No olvidemos que todos somos diferentes, pero tenemos el mismo derecho a tratar nuestros problemas de acuerdo a nuestras características diferenciales.

    Gracias por la corrección de la frase de la BPS que me parece muy acertada.

    1. Joan,
      Gracias por el comentario. Creo que la individualidad es un concepto que los psicólogos tienen claro, pero que es necesario verbalizarlo con corrección para no caer en generalizaciones en las que, en el fondo, no creemos.
      Bones vacances!

  2. Moltes gràcies, Jordi, per aquesta nova entrada. Molt interessant i clarificadora. Permet-me una falca d’allò més minsa: els exemples que poses (els incloc després) podrien millorar-se; vull dir que avui dia les estadístiques de dones enginyeres i homes mestres d’educació infantil han canviat molt i no sembla que es puguin fer servir per exemplificar situacions atípiques. Situacions atípiques fruit dels estereotips, etc., és clar.

    “Por ejemplo, una mujer ingeniera, no es un caso típico, pero no es menos mujer que cualquier otra; o un hombre que sea maestro de educación infantil, no es típico, pero no deja de ser un hombre como cualquier otro.”

    1. Maia,
      Gràcies pel comentari. I sí, tens raó amb això dels exemples, la veritat és que la realitat va canviant molt més ràpidament que els estereotips.

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